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viernes, 11 de octubre de 2013

Otoño también tañe liras

Tilos en Otoño en la Calle de Santiago de Compostela (Madrid). Foto del autor.























También Otoño, liras
tañe encendidas en las hojas yertas,
en minúsculas piras
so las ramas desiertas
que añoran tristes sus verduras muertas.

La húmeda podredumbre
de tanta gloria vegetal caída,
esa anual herrumbre
del ciclo de la vida
su aroma dulce, al fermentar, convida.

El dorado crepúsculo,
de sienas, ocres, rojos y amarillos
aquelarre mayúsculo,
nos envuelve en sus brillos
mientras Cierzo nos lanza sus cuchillos.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Combinación de versos heptasílabos con endecasílabos


Una posible explicación de la armoniosa combinación de versos heptasílabos con endecasílabos

De entre las combinaciones de versos de diversas medidas en una misma composición destaca por su abundante uso la de versos de siete junto a otros de once sílabas. Hay numerosísimas estrofas que combinan estos dos tipos de versos; cito, sin pretender ser exhaustivo, al menos las siguientes: lira, silva, estancia de la canción petrarquista, muchos estrambotes de sonetos, las diversas formas de cuartetos-lira y, en general, todas las variantes aliradas que se derivan de una u otra manera de la canción petrarquista. Todas ellas se caracterizan por la combinación en exclusiva de heptasílabos con endecasílabos.

Esta gran popularidad de la fórmula alirada ha de tener sin duda un fundamento de armonía rítmica cuya naturaleza, sin perjuicio de que ya haya sido tratada por los teóricos de la métrica, yo desconocía.  Ello me ha llevado a reflexionar a menudo sobre el tema, y como consecuencia he llegado en principio al atisbo de explicación que expongo y someto al mejor criterio de otros entendidos.

Y la razón de esa relación armónica entre ambos tipos de verso reside, en mi criterio, en la identidad rítmica de las siete primeras sílabas de unos y otros.

En efecto, como es sabido, todo heptasílabo debe llevar acentuada (como todo verso castellano) su penúltima sílaba, es decir, la sexta. Antes de ella pueden y deben ir acentuadas otras sílabas, y según cuales sean resultan los varios tipos rítmicos de heptasílabo[1]. Por otra parte el endecasílabo, desde el punto de vista rítmico, ha de llevar acentuadas, además de la décima, o la cuarta o la sexta o ambas sílabas a la vez. Los acentuados en sexta solamente son denominados endecasílabos “a maiori”; los acentuados en ambas constituyen un tipo de los “a minori” que se suelen llamar sáficos a la francesa. Quedan unos pocos tipos de endecasílabos que no acentúan la sexta: los sáficos puros y algunos sáficos a la francesa, que acentúan la octava; y los dactílicos (de gaita gallega e italianos), que acentúan la séptima.

Si nos centramos en el primer grupo de tipos de endecasílabos, los acentuados en sexta, con mucho los más numerosos y de uso más habitual, podremos comprobar con facilidad que el ritmo de sus siete primeras sílabas es idéntico al de un heptasílabo. De hecho, si a un heptasílabo correcto le añadimos por su final un tetrasílabo correcto, es decir, que lleve acento en su penúltima sílaba, obtendremos siempre un endecasílabo correctamente acentuado. El endecasílabo así obtenido corresponderá necesariamente a uno de los tipos del grupo antes seleccionado. Comprobémoslo por tipos de heptasílabos.

Trocaico completo (2,4,6) + Tetra = End. sáfico a la francesa

Trocaico incompleto (4,6) + Tetra = End. sáfico a la francesa

Trocaico incompleto (2,6) + Tetra = End. heroico

Dactílico (3,6)                   + Tetra = End. melódico

Mixto de tipo A (1,4,6)      + Tetra = End. sáfico a la francesa

Mixto de tipo B (1,3,6) + Tetra = End. enfático o melódico, según la dominancia relativa de uno u otro acento (1ª o 3ª).

Mirado de otra manera, si consideramos la teórica división de un endecasílabo en heterostiquios, marcada por el acento principal central, en nuestro grupo de endecasílabos acentuados en 6ª la división sería 7+4. De esta manera podríamos considerar a todo heptasílabo como un endecasílabo truncado, reducido a su primer heterostiquio.

Todo esto avala la completa asimilación rítmica de ambos tipos de versos y explica, en mi entender, la armoniosa alternancia que se da en este tipo de composiciones citadas.

No sucedería así, por ejemplo, con un octosílabo, acentuado en 7ª, que lo acercaría si acaso a los endecasílabos dactílicos, cosa que no he comprobado.

Madrid, miércoles, 1 de agosto de 2012
Francisco Redondo


[1] Ver por ejemplo mi opúsculo “tipos de versos de arte menor”, en lo relativo al heptasílabo.

lunes, 11 de mayo de 2009

Liras de primavera

Llega ya Primavera

del yerto territorio del Invierno

a esmaltar la pradera

del nuevo verde tierno

y el don floral de su retorno eterno.

 

Los botones de oro,

la verónica azul y recoleta

y, en colorido coro:

la primera violeta,

narciso ensimismado, lis coqueta.

 

El penacho morado

que flamea en la espiga del cantueso

penitente rizado,

grave sin haber peso,

extiende su pesar por llano y teso.

 

Por los verdes alcores

amapolas los trigos enrojecen

mientras que, flor de flores,

margaritas ofrecen

albur que los amores estremecen.

 

La blanca mariposa

ha copiado la rosa del guisante

o la corola airosa

del ciclamen galante,

o la glicinia péndula o colgante.

 

El agua y su frescura,

que en surtidor, al aire, salta y juega,

en la fuente murmura,

y, por la amena vega,

ya acequia, el arriate inunda y riega.

 

Las brisas más suaves:

el céfiro sutil o el aura amiga

el canto de las aves

ya por su silbo liga

o dulce arrullo o rústica cantiga.

 

En mágicos jardines,

los racimos de lilas olorosas,

los mirtos, los jazmines

y las fragantes rosas,

sus esencias combinan, voluptuosas.

 

Y el aire, embalsamado,

solo un mero susurro entre la rama,

va llevando el recado

de todo aquel que ama

a aquella que lo aguarda y lo reclama

 

Que entera la Natura:

flores,  aguas y brisas placenteras,

con su encanto procura

todas las primaveras

servir, de Amor, las armas y banderas.