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viernes, 20 de enero de 2012

El Circo

En quintillas encadenadas circulares (eso espero)


Volatines, piruetas,

chistes de ácido regusto,

desmañadas volteretas,

desplantes y cuchufletas:

loco clown y triste augusto.


Semblante alegre o adusto,

la farándula circense,

en que el forzudo robusto

muestra bíceps e hincha el busto

al público matritense.


Que el riesgo la emoción tense

cuando vuele el trapecista,

mas nadie en el riesgo piense

y el grácil salto compense

el peligro del artista.


Balancín funambulista:

la cuerda floja a los pies

y, muy abajo, la pista,

en donde el antipodista

mira el mundo del revés.


El acróbata después

voltea por las esteras,

vivo molino sin mies.

Traspasado, el faquir es

san sebastián sin ojeras.

El domador de las fieras:

tigre, elefante o león,

las jirafas altaneras,

o las cobras de anteojeras

o la serpiente pitón.


Arlequín y Pantalón,

bufos, contienden aparte

y, a Colombina, Pierrot

se arranca y da el corazón

en la Commedia dell’Arte.


Como reza en su estandarte

-MÁS DIFÍCIL TODAVÍA-,

bromas y chistes aparte,

el Circo busca asombrarte

y encantarte cada día.


Y es su norte y es su guía,

en sudadas camisetas,

con su gaya algarabía

envolverte en la alegría

de Tespis y sus carretas.


Y así, recuperada la rima inicial en -etas, se cierra en círculo la serie de quintillas. FIN.