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viernes, 30 de octubre de 2009

Verborrea

Tengo algo que decir, y lo que diga

será brillante, agudo y acerado;

tan concluyente, cierto y atinado

que no habrá nadie que lo contradiga.


Un verbo fuerte que al sonar fustiga

el del controversor más obstinado;

un discurso potente y bien hilado

que burla al necio y al sutil castiga;


un perorar de enjundia y mucha miga

que persuade con sólo su enunciado,

que con dulzura los conceptos liga,


un entonar ardiente y elevado,

un arrullo hecho voz, que al alma amiga …

Mas ¿qué iba yo a decir? Se me ha olvidado.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Ángeles odontólogos

A las jóvenes doctoras, y en especial a la Dra. Montoya, a cuyas manos encomiendo mis dientes


¿Desde cuando los ángeles tormentos

estudian en cruenta asignatura

de modo que en infausta criatura

llevan a cabo los experimentos?


Una galaxia horrenda de instrumentos

alterna sin piedad la mano pura

contra la inerme y rota dentadura,

lima que lima ajena a los lamentos.


¡Seda, oh cruel, el nervio dolorido,

no le escatimes la inyección calmante,

por relajar el músculo en alerta!


¡Así, así por Dios! Qué agradecido

queda el paciente en su dolor menguante,

mirando al ángel con la boca abierta.


Madrid, viernes, 18 de septiembre de 2009

De parte de aquel paciente de cerviz artrósica, garganta escasa y miedo desmedido que tanto trabajo da, pero que no obstante sabe escribir versos, al menos eso piensa él.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Amorosas bufonadas






Para expresarte mi amor
por los modos más diversos
hoy te mando mi dolor
en el grotesco clamor
de aquestos ripiosos versos.

Pues si las liras sutiles
de poetas inmortales
para cantarte son viles,
con estos versos cerriles
no paro en razones tales,

que si al más noble blasón
el protocolo le es ley,
como irónica excepción,
cabriola de bufón
abre cámara de rey.

Con chanzas de aquesta guisa,
melancólica Julieta,
hoy tu bufón improvisa
por ganarte una sonrisa
con su aérea pirueta.

Y así en doble condición,
Reina de la Primavera,
llega tu amante guasón,
Arlequín y Pantalón,
con su espada de madera.

(Que es tal de Amor la osadía,
triste infanta velazqueña,
que enano me volvería
por tornar tu hipocondría
por un momento risueña).