Tengo algo que decir, y lo que diga
será brillante, agudo y acerado;
tan concluyente, cierto y atinado
que no habrá nadie que lo contradiga.
Un verbo fuerte que al sonar fustiga
el del controversor más obstinado;
un discurso potente y bien hilado
que burla al necio y al sutil castiga;
un perorar de enjundia y mucha miga
que persuade con sólo su enunciado,
que con dulzura los conceptos liga,
un entonar ardiente y elevado,
un arrullo hecho voz, que al alma amiga …
Mas ¿qué iba yo a decir? Se me ha olvidado.