Barra de un prostíbulo en Madrid
Respuesta a comentario de Maramín sobre “Pregón de putas”
Cómo me duelen ¡ay! esas rameras,
esas pobres mujeres de la vida,
carne paciente y alma dolorida
por el hambre de sexo de esas fieras,
de esas bestias babosas y rastreras,
que arrastran su lujuria incontenida
de burdel en burdel, como una herida
por los neones de las carreteras.
Cómo me duelen ¡ay! así, forzadas
a malvender sin tregua el don precioso
de dar placer, al son de la moneda.
Cómo me duelen ¡ay! esclavizadas
por el rufián, el chulo y el mafioso,
como reses en tanga y top de seda