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viernes, 28 de mayo de 2010

Cómo me duelen esas mujeres



Barra de un prostíbulo en Madrid



Respuesta a comentario de Maramín sobre “Pregón de putas”

Cómo me duelen ¡ay! esas rameras,
esas pobres mujeres de la vida,
carne paciente y alma dolorida
por el hambre de sexo de esas fieras,

de esas bestias babosas y rastreras,
que arrastran su lujuria incontenida
de burdel en burdel, como una herida
por los neones de las carreteras.

Cómo me duelen ¡ay! así, forzadas
a malvender sin tregua el don precioso
de dar placer, al son de la moneda.

Cómo me duelen ¡ay! esclavizadas
por el rufián, el chulo y el mafioso,
como reses en tanga y top de seda

viernes, 20 de marzo de 2009

Pregón de putas


Burdel. Henri de Toulouse-Lautrec

Somos carne que en carne se complace;

somos oferta lúbrica que espera;

somos amor vendido de ramera

que a todos tienta, que con todos yace.

 

Quien nos prueba en delicias se deshace

y apura del placer la copa entera;

pues son nuestras las artes de la hetera,

docta en llevar al dulce desenlace.

 

Flor de Mal en tu obscena fantasía,

somos hembra procaz, sierpe de seda,

impúdico solaz ante el espejo.

 

Mas, aunque amante ocasional de un día,

sólo atenta al tintín de tu moneda,

somos de tu deseo el fiel reflejo.

domingo, 26 de agosto de 2007

Belle de Jour




Referencia de imagen: Catherine Deneuve en Belle de Jour de Luis Buñuel

De inasible edelweiss de las alturas
rebajarte por morbo a flor de fango;
darte al vaivén canalla de un mal tango
y renegar de excelsas partituras.

Andar el degradante itinerario
del denegar al otorgar sumiso,
al impudor, desde el candor remiso,
del casto amar al coito mercenario.

Y ser hembra lasciva en los procaces
desfiles de indecentes pasarelas,
que desvela, ante turbias clientelas,
su cuerpo impuro, néctar de salaces.

Contra el baldón de puta que te injuria,
el mohín de desdén a flor de diente,
y el orgullo de esclava que se siente
dueña del amo, preso en su lujuria.

Tras los mimos fingidos de tu boca,
de gata en celo el ronco ronroneo,
ser mera carne al torpe manoseo
del macho que se enerva y se desboca.

Y al fin dejar que a ti la bestia acceda,
babeante y gimiente en su meneo,
y lograr como gloria el tintineo
de tu precio en sonante y vil moneda.

De Belle de Jour, la flor de los burdeles,
volver a ser convencional burguesa, …
que añora ese momento en que regresa
al vicio que la mece en sus laureles.