(Tormenta sobre el Miño)
El agua sueña en la nube
que es almohada de los ángeles
o yacija de un querube
o el airón de los arcángeles.
Y mientras sueña que sueña
se le enfrían los diamantes,
se le cabrean los humos
en nubarrones tonantes;
lo que fue vellón tranquilo
cobra aspecto amenazante,
que blasfema por el trueno,
y en el relámpago arde.
El leve jirón de niebla
engruesa y se torna grave,
y, cargado de razones,
llueve en gotas verticales.
Y en esta caída acaba
aquel sueño sobre ángeles,
que sobre el Miño se trueca
en impactos circulares.
Circunferencias excéntricas,
mutuamente intersectantes:
(caótica geometría
de caídas humedades)
derivan lánguidamente,
a orillas de junco y salce
entre el latir melancólico
de las frondas alisales.