Referencia de imagen: Tilos de la calle Santiago de Compostela en Madrid, en la otoñada. Fuente propia
Hostias de gloria vieja en el ocaso,
obleas de oro y sol, vital moneda
que al decaer del año el suelo hereda
cuando el árbol desnuda su fracaso.
Tan bellas como flor, o más acaso,
que parece que el tilo aquí se exceda,
amarillo tenor de la arboleda,
en dar el do de pecho a cada paso.
De la alta rama al cielo, el ostensorio
os muestra como luz retrocedida
que vuelve a los cuarteles del Invierno;
allí hallará reposo o purgatorio,
encriptada quietud en que la Vida
vela de nuevo su retorno eterno.