Llega ya Primavera
del yerto territorio del Invierno
a esmaltar la pradera
del nuevo verde tierno
y el don floral de su retorno eterno.
Los botones de oro,
la verónica azul y recoleta
y, en colorido coro:
la primera violeta,
narciso ensimismado, lis coqueta.
El penacho morado
que flamea en la espiga del cantueso
penitente rizado,
grave sin haber peso,
extiende su pesar por llano y teso.
Por los verdes alcores
amapolas los trigos enrojecen
mientras que, flor de flores,
margaritas ofrecen
albur que los amores estremecen.
La blanca mariposa
ha copiado la rosa del guisante
o la corola airosa
del ciclamen galante,
o la glicinia péndula o colgante.
El agua y su frescura,
que en surtidor, al aire, salta y juega,
en la fuente murmura,
y, por la amena vega,
ya acequia, el arriate inunda y riega.
Las brisas más suaves:
el céfiro sutil o el aura amiga
el canto de las aves
ya por su silbo liga
o dulce arrullo o rústica cantiga.
En mágicos jardines,
los racimos de lilas olorosas,
los mirtos, los jazmines
y las fragantes rosas,
sus esencias combinan, voluptuosas.
Y el aire, embalsamado,
solo un mero susurro entre la rama,
va llevando el recado
de todo aquel que ama
a aquella que lo aguarda y lo reclama
Que entera la Natura:
flores, aguas y brisas placenteras,
con su encanto procura
todas las primaveras
servir, de Amor, las armas y banderas.
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