1. Algunos aspectos relativos a la rima en los romances.
Trato aquí de argumentar contra algunas afirmaciones infundadas en relación con la rima en los romances. Es bastante corriente encontrar en los ambientes de poesía aficionada (foros, chats.) algunas opiniones poco meditadas acerca de la rima en los romances. Son principalmente de dos tipos: una considera defecto de rima la rima consonante de los versos pares; otra considera defecto asimismo cualquier tipo de rima de los versos de orden impar, para los que exige que sean blancos. Tratemos de reflexionar sobre ambas cuestiones y las contrastarémos con la práctica magistral del Romancero clásico español.
1.1. Rima consonante vs. asonante en los versos pares.
Acerca del tema recurrente de la mezcla de rimas asonantes y consonantes en la versificación de los de orden par, mi opinión reiterada ha sido siempre que no hay razón alguna para considerar defectuosa la rima consonante sino todo lo contrario. Quien ha compuesto con frecuencia poesía rimada sabe de sobra que la rima consonante es más difícil de lograr y de más eufónico resultado, es decir, más perfecta que la rima asonante, no es lógico pues considerar aquella como defectuosa ni en un romance ni en cualquier otro tipo de composición rimada.
¿Cuál podría ser entonces la razón del uso generalizado de la rima asonante en el romance, siendo así que la consideramos más fácil, menos perfecta?
Para mí la respuesta es obvia, si se considera que el romance como composición consiste en una serie no estrófica de versos, en general larga, numerosa, resulta imposible encontrar en el idioma suficiente número de palabras con una misma rima consonante para adaptar a los finales de tantos versos (téngase en cuenta que, si exceptuamos rimas consonantes muy comunes, la mayoría correspondientes a sufijos de formas verbales (gerundios, participios), es muy difícil encontrar series de más de cinco o seis palabras con la misma rima consonante). Por esa dificultad y no por otra cosa se echa mano de la rima asonante. Sin ella los romances de más de diez rimas serían imposibles. Pero no es en modo alguno porque la rima consonante sea defectuosa (¡faltaría más!) ni porque su alternancia con la asonante incurra en demérito estético alguno.
Para reforzar y contrastar mi tesis me he molestado en hacer un concienzudo análisis de un florilegio de romances seleccionados de lo mejor del romancero español que, recitados por Agustín González, Berta Riaza y Fernando Fernán Gómez, con música de Odón Alonso grabó en vinilo la editorial Aguilar, y del que dispongo de un ejemplar. Los romances incluidos son los que siguen abajo. El resultado que me da, en relación con la rima de los versos de orden par, y para la que uso la notación (A = rima asonante; C = rima consonante; I = identidad de palabra), es el siguiente:
Gerineldo y la infanta. …………………. 25 A + 14 C
Fontefrida y con amor …………………. 8 A + 4 C
La amiga de Bernal Francés ………….. 21 A + 9 C
El infante Arnaldos ……………………… 7 A + 6 C
Del prisionero. …………………………… 3 A + 4 C
Una fatal ocasión. ………………………. 22 A + 9 C
Rosaflorida……………………………….. 17 A + 6 C
La penitencia del rey don Rodrigo. …... 19 A + 28 C + 1 I
En el que doña Urraca recuerda cuando el Cid se criaba con ella en su palacio de Zamora. ………………………………. 11 A + 3 C
El reto de Diego Ordóñez. ……………… 18 A + 3 C + 1 I
De la jura de Santa Gadea. …………….. 30 A + 10 C
Muerte de Durandarte …………………… 17 A + 6 C
1) En un total de 302 parejas de versos pares contiguos se registran 198 rimas asonantes, 102 rimas consonantes y 2 casos de palabras idénticas a final de verso.
2) Todos los romances examinados mezclan rimas asonantes con rimas consonantes en una proporción promedio de una rima consonante cada dos asonantes.
Conclusión: los anónimos poetas del Romancero Español (gloria clásica donde las haya) mezclaban rimas asonantes y consonantes a su natural caer sin que ello les pareciera mal en absoluto. No se trataba de un abuso: era un uso normal. Las puritanas reglas que tanto nos ocupan y preocupan fueron más bien invención gratuita de eruditos puristas posteriores, para poner orden … ¡o para controlar! Que de las normas obedecidas por fe nacen las iglesias.
1.2. Rima vs. no rima de los versos impares.
Otra muletilla habitual del poeta rutinario consiste en afirmar categóricamente que en un romance los versos impares contiguos no deben rimar entre sí. También en este tema creo que esta opinión obedece más al celo regulador de algún purista que a la lógica y al sentido común. Y lo razono como sigue:
El romance español es un sistema de versificación extenso que, en su forma más habitual, está formado por versos octosílabos, blancos los impares y con rima asonante (eventualmente consonante) los pares. Pero ¿cómo y por qué razón se origina esto?. Dice Rudolph Baehr en su acreditada obra “Manual de versificación española” Ed Gredos, pag. 206, nota 12 “La edición en versos largos [seguido cada impar de cada par] muestra más claramente la relación con la laisse épica [antecedente del romance], y manifiesta mejor el esquema de la asonancia del romance. El hecho de que sólo los versos pares tengan asonancia, tiene su motivo en que se partió el verso largo de romance (de 16 sílabas con fluctuación) en dos hemistiquios, y entonces la asonancia pasó, como es natural, tan sólo al final del segundo, mientras que los primeros quedan sin ninguna clase de rima.” Es decir, en consecuencia, la no rima de los versos impares es una situación de hecho, no de derecho. El poeta no la buscaba, pero tampoco la evitaba.
De hecho, en relación con el mismo conjunto de romances considerado en el epígrafe anterior, he realizado el estudio de la eventual rima de versos impares contiguos, como se anota abajo. Junto a ellos consigno las asonancias (A) y consonancias (C) e identidades de palabras (I) encontradas en finales de versos impares contiguos, es decir, separados sólo por un verso par, y excluyo las asonancias y consonancias mas distantes, asimismo en impares, que también se dan:
Gerineldo y la infanta. …………………. 1 (A)
Fontefrida y con amor …………………. 1 (C)
La amiga de Bernal Francés ………….. 2 (A) + 1 (C)
El infante Arnaldos ……………………… 1 (A) + 1 (C)
Del prisionero. …………………………… 2 (A) + 1 (C)
Una fatal ocasión. ………………………. 3 (A) + 1 (I)
Rosaflorida……………………………….. 1 (A)
La penitencia del rey don Rodrigo. …... 3(A) + 1 (C)
En el que doña Urraca recuerda cuando el Cid se criaba con ella en su palacio de Zamora. ………………………………. 1 (A)
El reto de Diego Ordóñez. ……………… 5 (A)
De la jura de Santa Gadea. …………….. 1 (A) + 1 (C)
Muerte de Durandarte …………………… 1 (A)
Del análisis de esta muestra muy representativa de lo mejor de nuestro romancero se deducen las siguientes conclusiones:
1) Todos los 12 romances examinados presentan alguna rima asonante o consonante entre versos impares contiguos.
2) El número total de asonancias mas consonancias más identidades encontradas es de 28, es decir más de dos por romance de promedio.
3) El número total de asonancias es de 21; el de consonancias, 6 y hay 1 identidad de palabra a fin de versos impares contiguos.
Todo lo cual prueba y refuerza la tesis arriba expresada.
A manera de conclusión concretaría mi opinión al respecto, que es la de que los versos impares del romance proceden del primer hemistiquio de un verso largo, de existir rima esa hubiera sido un tipo de rima interna que por una parte sería innecesaria y por otra hubiera entrañado para el poeta la dificultad extraordinaria de llevar doble rima en poemas extensos, por ello, por economía del esfuerzo no se buscó esta rima, pero tampoco se evitó. Pero en modo alguno porque supusiera un menoscabo estético (véase por ejemplo el uso eficacísimo de rima alternada en serventesios, en los seis primeros versos de las octavas reales, etc.).