viernes, 25 de junio de 2010

Némesis


























Fosca la antorcha, la segur alzada,

lejos de la Balanza y sus razones,

sangre pide la Sangre derramada,

muerte exige la Muerte a sus legiones.


Aún es tierna la Noche y despiadada

campea la Venganza en sus mansiones;

los canes de la Ira en algarada

a la Revancha van sin concesiones.


Qué dulce es el fulgor de la Violencia;

cómo place el pavor de los culpables

ante su Fin, sin Tregua ni Clemencia.


Sus súplicas en vano, qué agradables,

e inanes las protestas de Inocencia

cuando las Furias van, inexorables.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si de la tierra no se libra nadie, estimado Francisco.
Precioso tu soneto.
Te replicaría Sta. Teresa:
"Venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero"
Un abrazo,
David

Francisco Redondo dijo...

Me temo, David, que yo de la muerte no espero lo que Teresa de Cepeda y Ahumada; si acaso que me sea leve la agonía.

Gracias por tu visita y tu amable comentario.