Referencia de imagen: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gheorghe_Tattarescu_-_Nemesis,_zeita_razbunarii.jpg
Fosca la antorcha, la segur alzada,
lejos de la Balanza y sus razones,
sangre pide la Sangre derramada,
muerte exige la Muerte a sus legiones.
Aún es tierna la Noche y despiadada
campea la Venganza en sus mansiones;
los canes de la Ira en algarada
a la Revancha van sin concesiones.
Qué dulce es el fulgor de la Violencia;
cómo place el pavor de los culpables
ante su Fin, sin Tregua ni Clemencia.
Sus súplicas en vano, qué agradables,
e inanes las protestas de Inocencia
cuando las Furias van, inexorables.
2 comentarios:
Si de la tierra no se libra nadie, estimado Francisco.
Precioso tu soneto.
Te replicaría Sta. Teresa:
"Venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero"
Un abrazo,
David
Me temo, David, que yo de la muerte no espero lo que Teresa de Cepeda y Ahumada; si acaso que me sea leve la agonía.
Gracias por tu visita y tu amable comentario.
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