Mirad el Capital, globalizado,
campeando a sus anchas, sin fronteras,
anidando en mullidos paraísos,
como los huevos de una Gran Culebra.
Miradlo, a su placer, cruzando mares,
arruinando países, vidas, tierras,
emponzoñando el aire y las raíces,
agotando las venas del planeta.
No cesará en su furia geocida
tras el rastro espectral de las monedas,
sin contrincantes sin alternativas
sin enemigos ya que lo contengan.
Mirad por contra el Hombre en sus rediles,
maniatado, en su angustia o su miseria,
impotente ante el Lucro desmedido,
inerme ante el Desastre que le espera.
Miradlo así alienado, obnubilado
por los señuelos que el consumo airea,
por los juguetes que el Sistema ofrece
a su hedonismo de telenovela:
el adosado suburbano, el auto,
el móvil, el portátil y la hortera
evasión a lejanos paraísos
en que un falso exotismo centellea.
A cambio, el tenso vértigo del “yuppie”
con la mueca del “winner” siempre puesta,
con el pavor de aparentar ser débil,
sin garras ni colmillos: “puta mierda”.
Miradlo así atrapado por sus planes
de pensiones, seguros, hipotecas,
colegios de postín privado, clubes …
y el infarto aguardando tras la puerta.
Por el Mundo Tercero o por el Cuarto,
la desesperación y la pobreza,
la imposibilidad de hacer más planes
que bailar con la música que venga,
que malvender tesoros minerales,
prostituir la infancia y la vergüenza,
alistarse en las guerras de los otros
y matar o morir por causa ajena;
o, si tienen redaños y coraje,
arrojarse al albur de las pateras,
al hostil baluarte de las vallas
que guardan el umbral de la opulencia.
Después si uno entre cien fuerza la suerte
y acierta a franquear la ansiada meta,
solo una vida marginal, marcada
por recelos, desprecios y sospechas:
Forajido, ladrón, mendigo, esclavo
o esclava de servir, chacha o ramera;
extranjero en su tierra y extranjero,
hiciese lo que hiciese, fuera de ella.
Es el Mundo de Thatcher y de Reagan:
un Infierno sin límite en la Tierra.
Madrid, martes, 09 de marzo de 2010