viernes, 24 de mayo de 2024

Reivindicación de la herencia mora de España

En estos trágicos momentos, consternado por el injustísimo genocidio que se está cometiendo sobre el pueblo palestino, rescato un fragmento de “Adelfos”, de Manuel Machado, que recuerda y se identifica con el pasado árabe de Al Andalus, y lo hago mío de corazón. Soy castellano, nacido en Burgos, la tierra del Cid, pero me reconozco deudor de aquella herencia. Cuando en Castilla, en Burgos, campeaban la barbarie y la incultura cristianos, en Córdoba, en Sevilla, en Al Andalus de los abderramanes, lucían en todo su esplendor la Cultura y la Sabiduría. Cultura y Sabiduría heredada de la helenística y cultivada y divulgada por los propios árabes. Durante el califato destacaron fundamentalmente en las áreas de astronomía y medicina, así como en la farmacopea, la alquimia, la agricultura, la botánica, las matemáticas (el álgebra y los sistemas de numeración “arábigos”, la ingeniería hidráulica, etc. Hubo abundancia de libros en papel, el grado de alfabetización era muy alto para la época, se crearon y mantuvieron importantes bibliotecas: en Córdoba destacó la de Al-Hakam II (una de las 70 de la ciudad) con más de 400.000 volúmenes. Destacaron en Astronomía figuras como Ibrahim ibn Sahli, del que se conserva un astrolabio, Azarquiel de Toledo o ibn Jalaf, estudioso de la astronomía helenística, o ibn Aflah; en Medicina el filósofo y médico Averroes, Abulcasis, precursor de la cirugía, Al-Tasrif, Avenzoar, todo un torrente de sabiduría médica de que bebieron médicos de toda Europa; en Botánica ibn Al-Baitar, considerado el mejor botánico desde Dioscórides; en Matemáticas Maslama, del siglo VIII, de Madrid, ibn Al-Samh, Ibn Muad de Jaén, que comentó la obra de Euclides, etc.; Ingeniería, Historia de la Ciencia, y hasta un precursor de la aeronáutica, Abbas ibn Firmás. 

Así fue. Mientras los cristianos iniciaban su andadura fanática destruyendo la legendaria Biblioteca de Alejandría – por las hordas de Cirilo (San Cirilo)- porque almacenaba conocimiento pagano o borraban con trapos empapados de vinagre los viejos pergaminos (el pergamino era caro) la sabiduría helenística acumulada durante siglos para escribir sobre ellos sus textos “sagrados” y continuaban con su barbarie durante la larga noche Media, los árabes españoles creaban bibliotecas y las llenaban de volúmenes con la sabiduría propia o rescatada de los griegos y otros, y retornada trabajosamente por medio de la Escuela de Traductores de Toledo en tiempos del rey Sabio, único rayo de luz entre tanta barbarie santa. Por esa razón hoy traigo aquí los versos que siguen, de Manuel Machado, que parecen oportunos por las razones ya apuntadas

 ADELFOS 

 Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
 -soy de la raza mora, vieja amiga del Sol-, 
que todo lo ganaron y todo lo perdieron. 
Tengo el alma de nardo del árabe español. 

 Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
 en que era muy hermoso no pensar ni querer … 
Mi ilusión es tenderme, sin ilusión ninguna … 
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer. ………………………………………………………. 

 Adelfos (fragmento) Manuel Machado 

 Bibliografía.- 

 https://es.wikipedia.org/wiki/Ciencia_en_al-%C3%81ndalus

miércoles, 1 de mayo de 2024

Miguel Hernández: El sudor

 Hoy, Primero de Mayo de 2.024, ningún poema mejor que "El sudor" del enorme Miguel Hernández, poeta del pueblo y para el pueblo: MIGUEL.


En el mar halla el agua su paraíso ansiado
y el sudor su horizonte, su fragor, su plumaje.
El sudor es un árbol desbordante y salado,
un voraz oleaje.

Llega desde la edad del mundo más remota
a ofrecer a la tierra su copa sacudida,
a sustentar la sed y la sal gota a gota,
a iluminar la vida.

Hijo del movimiento, primo del sol, hermano
de la lágrima, deja rodando por las eras,
del abril al octubre, del invierno al verano,
áureas enredaderas.

Cuando los campesinos van por la madrugada
a favor de la esteva removiendo el reposo,
se visten una blusa silenciosa y dorada
de sudor silencioso.

Vestidura de oro de los trabajadores,
adorno de las manos como de las pupilas.
Por la atmósfera esparce sus fecundos olores
una lluvia de axilas.

El sabor de la tierra se enriquece y madura:
caen los copos del llanto laborioso y oliente,
maná de los varones y de la agricultura,
bebida de mi frente.

Los que no habéis sudado jamás, los que andáis yertos
en el ocio sin brazos, sin música, sin poros,
no usaréis la corona de los poros abiertos
ni el poder de los toros.

Viviréis maloliendo, moriréis apagados:
la encendida hermosura reside en los talones
de los cuerpos que mueven sus miembros trabajados
como constelaciones.

Entregad al trabajo, compañeros, las frentes:
que el sudor, con su espada de sabrosos cristales,
con sus lentos diluvios, os hará transparentes,
venturosos, iguales.