viernes, 28 de octubre de 2011

A la "muerte de un miliciano", de Robert Capa

Muerto y veinte veces muerto,

la boca contra la grama,

tendré apretados los dientes

y decidida la barba …

Miguel Hernández


Te ungiste de valor, pero una bala

te partió el corazón en pleno vuelo,

y en esa hora mala,

en ese aciago día,

contra el telón de aquel incierto cielo,

la cámara hizo eterna tu agonía,

el último alentar y el sufrimiento.

Y fue inmortal tu muerte, congelada

en la sombra al revés de un negativo.


De tu ideal, tu ardor y tu motivo

no se registra nada

en la placa del óptico instrumento.

Pero en ese momento,

con la boca apretada,

aún sostienes el arma con tu mano

cuando por los barbechos

áridos del secano,

polvorienta, cereal y ruda alfombra,

te aprestas a fundirte con tu sombra.

viernes, 14 de octubre de 2011

Oficio de lujuria

No por amor mas por placer te anhelo,

hurí de carne, exuberante, plena,

venus potente que, al montar a pelo

tu indolencia turgente de sirena,


te rebulles y zafas, lubricada

por los humores del sudor y el sexo,

pero retornas mansa, conquistada

por los reclamos de caricia y beso


para, feroz, ardiente, lujuriosa,

lanzarte al torbellino del combate

con vocación de herida, en que la rosa

de tu pubis se entrega, alza y abate


entre el fragor de ruegos y gemidos,

confesiones, suspiros y lamentos,

cuando, ya desbocados los sentidos,

estallan del placer los sufrimientos.

viernes, 7 de octubre de 2011

IRENE MONTOYA

Composición acróstica en tercetos dantescos

Implacable hortelana de mi boca,

Repara mi dental arquitectura

Entre el roer tenaz de lima y broca.

No de su fuerte y ruda agricultura

Enoja la labor, pero sí el riego:

Me anega la garganta, en su angostura.

Oh Irene, en tu bondad, oye mi ruego:

Nilo no soy, tan solo una persona

Talluda y parca para tal trasiego.

Oyolo Irene, desaguó la zona

Y, a pesar de mi fe republicana,

A mi muela le puso una corona

Y era Irene Montoya la hortelana