Tensa el Arco Divino, Bella Arquera,
dirige al Firmamento tu amenaza:
será el Manto Estelar coto de caza
y el Zodiaco, la fauna cazadera.
Si a un Carro de Oro tu capricho unciera
cuatro ciervas de esbelta y fina traza,
venatorios corceles que almohaza
la ninfa amisia, pacen trébol de Hera,[1]
y abrevan en los áureos bebederos,
déjame ser sin más, Sacra Amazona,
solo el menor de tus palafreneros,
o la presa que acecha tu persona,
palpitante inquietud por los senderos
que tu flecha mortífera ambiciona.
[1] 8º verso: la-nin-(fa a)-mi-sia,-pa-cen-tré-bol-(de He)-ra, -> la sinalefa -(de He)- es posible aún siendo en sílaba penúltima por ser e la vocal anterior en el grupo vocálico, según Rudolph Baehr, Manual de versificación española, página 50, punto 2) y también por afectar a vocales idénticas, mismo manual, página siguiente, punto 3) b).
2 comentarios:
Un soneto magistral.
Hombre, Antonio, de sobra es conocido cuánto relativizo yo ese epíteto. Me basta y me sobra con que te haya gustado.
Un saludo,
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