En memoria de mi amigo Ángel Buceta, quien de repente se nos marchó y nos dejó en la penuria de no tener a mano el bálsamo de su humor ni el ejemplo de su hombría de bien.
Caíste al fin del lado de las sombras:
tu corazón maltrecho
dimitió de su cargo
de reloj de la torre de tu biología.
Y te fuiste discreta, dulcemente,
hacia tu sueño en paz, tu ultimo sueño,
tras recibirla socarrón, con sorna,
con un corte de mangas,
a la parca, ridículo espantajo.
Y te fuiste y nos dejas
el sólido latir
del cotidiano tedio,
la rutina de ser cada mañana
un remedo más viejo de uno mismo,
una memoria extensa
que apenas reconoce
su carga de recuerdos mal grabados
en ese disco duro
que más parece rueda de carreta.
Y te fuiste y nos dejas
entre el caos sin ti de tus objetos
en el orden que sólo tú sabías,
en el orden que tú le habías dado.
Te buscamos sin tregua y sólo hallamos
indicios de tus huellas,
relámpagos menudos de tu paso,
señales de tu afán iluminados,
como pista de plata
de un lento caracol.
Te fuiste, sí, y te quedas
reducido a vivir en los confines
de contornos difusos del recuerdo,
en la plural memoria de aquellos que te amaron
y que son a esta hora
suave dolor de ausencia … y añoranza.
Pasará el tiempo, seguirán los días
dejando aquí o allá pecios de carne
o saldos de tristeza
o míseras cenizas
o esculturas de sal por los caminos,
y al fin se agotará hasta la memoria,
y el voraz almanaque
engullirá los restos
de quienes te quisimos.
Y eso habrá sido todo ...
¿Todo? No, todo no, que haber vivido
tu peculiar y escueta trayectoria,
todo ese amor, dolor, humor irrepetibles,
esa concreta estela de tus sueños,
destello diminuto
en la orgía de luz de las estrellas
no lo borrará nadie.
NUNCA.
Madrid, miércoles, 13 de enero de 2010
3 comentarios:
Estimado don Francisco:
He caído por casualidad en su blog y, aunque sospecho que discrepamos en algunas cosas, ha sido todo un placer encontrar tanta erudición y, sobre todo, tan buenos versos.
Espero que tengamos ocasión de charlar sobre lo que nos une.
Si me perdona el atrevimiento, y a modo de carta de presentación, le dedico este humilde soneto, indigno, sin duda, del estro vuestro.
Castrense el ademán, recio el mostacho,
la faz adusta, casi en demasía;
talento, erudición, sabiduría...
Se ve que, de poeta, aquí hay un cacho.
Oficio poco próspero, hoy en día...
No es cosa que cautive al populacho
ni premien Gabilondo ni Corbacho.
Tan triste como cierto: ¡No hay tu tía!
¿Ninguna recompensa a tanta entrega,
a darse con la frente en la pared
en este mundo nuestro, tan arisco?
Qué menos que el elogio de un colega:
Redondo se apellida y, como usted,
redondos son sus versos, don Francisco.
Monsieur de Sans-Foy: No sé si discrepamos o no en algo, pero en lo que no cabe disputa es en que el soneto que me dedica es bueno, desenvuelto e ingenioso. Por lo cual, y aunque no lo fuera, no tengo más remedio que elogiarlo y agradecerle muy vivamente su atención.
Un saludo cordial
Discrepamos, don Francisco.
Pero, de otro modo... la vida se parecería bastante a una clase de catequesis, o a una sesión del Politburó.
Mi acercamiento a la poesía se produjo a través de la sátira, oficio innoble, en opinión de don Miguel de Cervantes, (que quizá no era un gran poeta... pero nunca hablaba al tuntún).
Acabo de darme cuenta de que los cuartetos han salido uno niño y otro niña... No ha sido una sutileza de estilo: es que no se puede andar haciendo sonetos a las tantas, y sin dejar reposar.
(También he pensado que, en el onceno verso, "oficio" tendría más sentido que "mundo"... A su leal criterio lo dejo)
Tendré mucho gusto en seguir leyéndole, y en saludarle de vez en cuando.
Un saludo.
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