viernes, 2 de octubre de 2009

En el ocaso

Estaba equivocado: sí me importa

lo que no ocurra el día tras mi muerte,

no levantar los ojos y no verte,

ni ver mi vida, absurdamente corta.


Imaginar el no existir reporta

sólo melancolía y mala suerte,

pero es ya tan difícil contenerte,

cuando el ocaso hacia su fin transporta …


[¡Cálmate, corazón, tú ya has vivido

tu ración de alegría y de esperanza!

Encontraste el amor y te han querido,


diste tu amor hasta donde te alcanza,

si sufriste, tus penas han sufrido.

El fin será buen fin para tu andanza].

2 comentarios:

Eduardo Flores dijo...

Hola maestro Francisco:

Como ves -en el silencio- sigo tus sonetos y composiciones con el mismo entusiasmo de aquel día en el que buceando por foros de poesía -y del mal versar- me topé con tu docta pluma.

De paso agradecer el que me mostrarás el Manual de versificación del Sr. Rudolf, aún sigue como libro de cabecera.

Un fuerte abrazo.

Francisco Redondo dijo...

Encantado de saber de ti, Eduardo. Y muchas gracias por tu amable comentario.