[Sobre todo, las manos:
esas tibias medusas.]
Sobre todo las manos
emisarias confusas,
radiofaros de señas,
ejecutoras mudas.
Hay manos elocuentes,
hay manos afectivas,
manos acusadoras,
manos caritativas,
capaces de limosna,
de consuelo o caricia
(manos de amante o madre,
de cómplice o de amiga)
Y esas manos terribles
que matan o fustigan,
que señalan o marcan,
que agreden, que castigan,
que maltratan o venden,
que violan, que asesinan.
O manos que desprecian,
que rechazan, que obligan,
que desdeñan, que niegan,
que hieren, que aniquilan.
[Esas manos que más
que los ojos nos miran.]
Y también esas manos
que palpando estimulan
meridianos de carne,
trópicos de amargura,
ecuadores de sangre,
polos de hiel y angustia,
atmósferas de anhelos
y abismos de lujuria:
que modelan lamiendo,
que modelando acucian
volcanes de pasiones
bajo la piel ocultas.
Esas manos que, honestas,
obran, en fin, actúan
o escriben, cantan u oran
cuando al final se juntan.
Esas manos nacidas
de bestiales pezuñas
han definido al Hombre.
¡¡Terrible criatura!!