A Lily Mar
Del maestro soy gregario,
que para mi fue un gran hombre,
mas me apena que en su nombre
se haga todo lo contrario
que predicó en su ideario.
El odió la hipocresía
y condenó la falsía
corruptora del dinero,
y dijo que era primero
amar que lograr cuantía.
Él como virtud primó
sufrir de sed de justicia,
aborreció la avaricia,
la caridad exaltó
y el perdón recomendó.
Mas el moderno cristiano,
fariseo o publicano,
más que querer, aborrece,
antes que dar, se enriquece
y se olvida del hermano.
La LUZ más que alumbrar, ciega;
la PAZ se vuelve modorra
y no advierten la mazmorra
tras la jerga palaciega.
Si la inquietud se sosiega,
sed de justicia no arrecia
y la virtud no se aprecia,
la Maldad, siempre a la carga,
logrará victoria larga,
cual con las vírgenes necias.
¡Ay, Jesús, Jesús, Jesús,
como te la van pegando!
Mientras vas agonizando,
siempre clavado en tu cruz,
el obispo juega al mus
con los ricos señorones,
se engolfa en sus oraciones
y mira para otro lado
mientras el pobre, olvidado,
desfallece entre cartones.
¡Ay, Jesús, Jesús, Jesús,
como te van traicionando!
Mientras te van torturando
en el árbol de la cruz,
el Papa bendice a Bush
y relumbra en sus mansiones
al tiempo que los aviones
bombardean sin piedad
a las gentes de Bagdad,
que mueren[1] como ratones.
[1] 100.000 muertos, no 200 ni 80.
Perdón por hacer rimar Jesús y cruz con Bush: las ganas de decir cosas le hacen a uno allanar lo que en justa prosodia no debiera.
miércoles, 28 de noviembre de 2007
Décimas y décimas VI: Vigencia del testimonio de Jesús e indigencia moral de la Iglesia Oficial
Etiquetas:
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