Esa voz que me viene,
esa voz tuya,
desde un punto crucial de la Galaxia,
donde te intuyo temporal, finito,
disquisidor[1] de luces y de sombras,
escrutador de nuevas dimensiones
por donde penetrar el microcosmos
inexplorado de cada minuto;
esa voz que me viene, bienvenida,
de un descorazonado diapasón marcada:
horrorizado miembro de una especie
madrastra de la Mierda y de la Muerte,
diente feroz y hermosos pensamientos;
esa voz tuya sin pasado casi
pero de nacimiento o intuición quizá
ya prevenida ya desconfiada
de cada incierto y espectral futuro
me encuentra aquí y ahora en la frontera
del tiempo de la acción y el compromiso.
Yo no pongo ni quito a la voz tuya
mas te invito a la acción.
A un tiempo superior que nos trascienda
edificado con cada minuto
de cada hombre amante de su pueblo.
¡Otra vez más irguiéndonos del barro
por la Babel de la Esperanza Histórica!
La Vida espera el postrimer esfuerzo:
¡El Hombre al fin superador del hombre!
[1] Disquisidor: Neologismo del autor. El que practica la disquisición.
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