pero Jesús le respondió: Sígueme y deja a los muertos sepultar a los muertos MATEO 8,22
En un cruel, macabro escamoteo
una vez más la Muerte nos atrapa
en el engaño de otro cuerpo muerto.
JUNTO A SUS CUERPOS
no los busquéis. No están. El polvo al polvo.
Los muertos son extraños a nosotros.
¡Abandonad, dejad los cementerios!
¡Huid de los señuelos de carroña!
¡Dejemos que los muertos entierren a los muertos!
La vida y el amor niegan la muerte.
Tan sólo el hilo del amor señala
la verdadera pista del ausente.
BAJO LA TIERRA
no los busquéis. No están. El polvo al polvo.
Sí en sus momentos, actuantes, plenos,
en su dolor o en su alegría: vivos.
Allí estarán, y en la memoria: NUESTROS.
Madrid, 16-1-1.981
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