martes, 24 de julio de 2007

¡Que me coman los buitres!

Parece ser que los parsis en la India exponían los cadáveres de sus muertos en altas atalayas para ser comidos por los buitres. Los animales carroñeros son los grandes recicladores de la Naturaleza, al ingerir la materia orgánica muerta, que aún incluye productos orgánicos de una gran complejidad, especialmente las proteínas, no las destruyen sino que las recombinan, manteniendo esa riqueza que tanto le ha costado formar a la Naturaleza. Téngase en cuenta que somos la cumbre de una largo proceso trófico piramidal. Si incineramos, devolvemos el conjunto a sus componentes elementales perdiendo no sólo energía sino complejidad, esencia de la vida. En resumen, interrumpimos la vital cadena trófica.
Una alternativa enriquecedora y solidaria a la sensata costumbre de los parsis es la donación de los órganos. La recomiendo.

Y aquí van las décimas:




Referencia de imagen: http://www.cienciaydocencia.ieslosmanantiales.com/Fotos_de_%20Kenia_%20y_%20Tanzania/buitres.jpg



Soñé anoche, tras mi muerte,
que los buitres me comían,
o mis órganos servían
a otro que no tuvo suerte,
que, aunque parezca muy fuerte,
aún valgan mis proteínas,
mis carnes, mis vitaminas,
mi corazón, mi ADN,
ya que quemar no conviene
tal tesoro de chacina.

De gases, de minerales,
agua y solar energía,
con singular maestría
se construyen vegetales.
Los comen los animales
y, con ellos, van formando
los tejidos que ensamblando
van su complejo organismo.
No es justo que el egoísmo
lo acabe desperdiciando.

Mucho he comido en la vida,
y es justo que a mí me coman.
Pues, donde las dan las toman,
que al final de la partida
el que comió ... sea comida.

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