Se recogen aquí algunas series de quintillas que más me complacen de entre las escritas y aportadas por mí al libro colectivo que promoví, dirigí y moderé, y que se vino a titular "Sortilegio botánico".
La flor cumple su función
y un bello poema escribe
que es una sabia lección:
en su humilde condición,
devuelve más que recibe.
Por la flor la planta exhala
su canto más refinado
y exhibe toda su gala;
y, al publicarla, regala
su erotismo desbocado.
Hasta Jesús destacaba,
del campo, al lirio, en su historia;
y, en su humildad, lo alababa,
que, en su decir, superaba
a Salomón en su gloria.[i]
La flor, enigma inquietante
de un anclado vegetal
que grita ¡ayuda! al viandante,
con su fulgor deslumbrante,
para su ciclo vital.
Necesita transladar
fértil polen y semilla
entre uno y otro lugar;
y sólo lo ha de lograr
si ante un tercero se humilla.
Seducir a un semoviente
necesita en absoluto
y, para ese fin urgente,
se hace la flor sugerente
y suculento su fruto.
Reclamo son fruta y flor:
ofrecen felicidad
al moviente portador.
Así son, a este tenor,
vegetal publicidad.
Mas son honrados sus tratos,
nunca engañan al cliente:
pulpas y néctares gratos,
aún sin cumplir los contratos,
dan al presunto sirviente.
Así, incluso a pie de Ciencia,
da la flor más que recibe.
Más aún si, en la consciencia
de inmaterial experiencia,
la aprecia el que la percibe.
Su dádiva inmaterial
jamás será valorada:
¡lo que va de un erial
a la gloria vegetal
de la Alhambra de Granada!
2.Discurso sobre la castidad, el trato carnal y la procreación
Contestación a un amigo que polemizaba y hacía elogio de la virginidad ofrecida a Dios. Al Dios mosaico de la tradición misógina de las religiones del Libro, en este caso la cristiana católica, o sea, la del cristianismo reinventado por Saulo de Tarso y adaptado a las conveniencias de Roma a partir de Constantino y Teodosio.
En esta religión, en que la mujer, un ser secundario nacido de la costilla de un varón y subordinada a él, es sujeto de todas las sospechas y, aún dentro del matrimonio, tiene como función principal ser substrato para la procreación, y, secundariamente, dar placer al marido si este tiene a bien tomarla para ello, en esta religión, digo, el placer carnal, aún para la procreación, es acto impuro para la mujer, y existe un ritual católico específico para su purificación (sólo para la mujer), hoy en desuso, pero que recuerdo que mi madre, estricta católica, se sometió a él, después de sus partos, siguiendo el sacro ejemplo de la Virgen María, quien, aún habiendo concebido sin pecado "por obra y gracia del Espíritu Santo", sin trato con varón alguno y conservando su santísima virginidad, se sometió humildemente al rito de la Purificación tras el parto de Jesús.
Y como yo ya no comulgo con este sacratísimo machismo e hipocresía teologal, dije:
Amigo, vamos a ver,
en el santo matrimonio,
contentar a la mujer
y otorgarle su placer
¿es dar tributo al demonio?
Y si es la procreación
la excusa para estos casos,
no entiendo la fijación
de dos mil y un revolcón
para un par de hijos escasos.
Si yo, por término medio
tengo un coito en siete días,
cincuenta y dos de promedio
¡Santo Niño del Remedio!
al año me contarías.
Con cuarenta y dos, la cuenta
de nupciales regocijos
me da dos mil ciento ochenta
contactos con mi parienta ...
¡para tener mis seis hijos!
Algo falla en este invento
del procreador oficio.
Según mi razonamiento,
o es muy bajo el rendimiento
o la demasía ... ¿es vicio?
Dar y recibir amor,
¿no es por ventura más cierto
que es la manera mejor
de mostrar el esplendor
de dos almas en concierto?
Negándose, conquistar
del otro la perspectiva
y, desde allí, proclamar
la ventura de entregar
el alma como cautiva.
Anonadarse en la amada,
ser con ella un sólo canto,
una carne, una enramada
donde ser uno no es nada
y ser dos es tanto… y ¡tanto! …
Amar es bueno en sí mismo,
no es pretexto para nada:
sacrificarse al abismo
de estar sólo es egoísmo
o tragedia desdichada.
¡Esposa de Dios!¡Qué triste!
¡Qué absurdo!¡Qué primitivo!
Si fuera cierto que existe
le diría: Dios, ¿pusiste
el deseo en todo vivo
por marchitarlo, cautivo,
o, como raudal sonoro,
exaltado, ardiente, vivo,
en himno triunfal, activo,
cantar tus glorias a coro?
¡Oh, virginidad, precinto
de un mundo macho caduco
que veda acceso al recinto
que guarda, su alfanje al cinto,
un ángel fiero y eunuco.
Virginidad, garantía
de pureza que vendieron,
¿eres virtud o falsía
del hombre que desconfía
del paño que le ofrecieron?
Con Machado considero
que "no eres tú mi cantar,
no puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero
sino al que anduvo en el mar".
[i] "Mirad a los lirios del campo como crecen ... Pues yo os
digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos", Mateo
6, 28-29.