Para Patricia y Luis. Ay madre mía,
como si el Amor pudiera enseñarse.
De vuestro tío Francisco con mucha
ternura.
Acceder
al Amor como en un juego
de niños
que se besan a hurtadillas
y
advertir que se incendian las mejillas
en un
intenso y deleitoso fuego.
Zarpar
hacia la Luz del día luego,
surcar
un dulce lago sin orillas,
dejar
que las palabras más sencillas
vuelen
entre las jarcias del sosiego.
Y promover
la búsqueda del modo,
fuera de
sí, de darse y de inmolarse,
ave y
azor, placer y sufrimiento.
Y así
sentir, vivir, querer ser todo
y
perderse y morir y anonadarse:
Ser
ascua viva y desfallecimiento.
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