Bajos
vuelan los buitres de Sión,
siniestra
plaga
que
patrulla los aires infectados
de hedor
de muerte.
Bajos
vuelan, las garras preparadas
y los
corvos, feroces, fuertes picos
tintos
en sangre martir
y restos
de la carne deglutida.
Bajos
vuelan los buitres de Sión
sobre
los vientres
aún
calientes de las embarazadas,
los ojos
espantados de los niños.
Bajos
vuelan, oteando la carroña,
muertos
que hieden junto a muertos vivos
sin
llanto ya, sin alma, sin espanto
por
entre los destrozos de la ruina.
Bajos
vuelan los buitres de Sión
mientras
contemplan
con
regocijo el pánico abatido
sobre el
mísero pueblo que aún aguanta.
Bajos
vuelan, vigilan y se ensañan
con
cualquier rebullir que indique vida,
cobijo o
resistencia,
canto o
clamor ajeno a su dominio.