domingo, 12 de agosto de 2012

Análisis de la estructura de estrofas y de la métrica de la canción petrarquista o a la italiana “Canción III” (1532), de Garcilaso de la Vega (I)



Con un manso rüido
de agua corriente y clara
cerca el Danubio una isla que pudiera
ser lugar escogido
para que descansara
quien, como estó yo ahora, no estuviera:
do siempre primavera
parece en la verdura
sembrada de las flores;
hacen los ruiseñores
renovar el placer o la tristura
con sus blandas querellas,
que nunca, dia ni noche, cesan dellas.

Aquí estuve yo puesto,
o por mejor decillo,
preso y forzado y solo en tierra ajena;
bien pueden hacer esto
en quien puede sufrillo
y en quien él a sí mismo se condena.
Tengo sola una pena,
si  muero desterrado
y en tanta desventura:
que piensen por ventura
que juntos tantos males me han llevado
y sé yo bien que muero
por solo aquello que morir espero.

El cuerpo está en poder
y en mano de quien puede
hacer a su placer lo que quisiere,
mas no podrá hacer
que mal librado quede,
mientras de mí otra prenda no tuviere;
cuando ya el mal viniere
y la postrera suerte,
aquí me ha de hallar
en el mismo lugar,
que otra cosa más dura que la muerte
me halla y me ha hallado,
y esto sabe muy bien quien lo ha probado.

No es necesario agora
hablar más sin provecho,
que es mi necesidad muy apretada,
pues ha sido en un hora
todo aquello deshecho
en que toda mi vida fue gastada.
Y al fin de tal jornada
¿presumen de espantarme?
Sepan que ya no puedo
morir sino sin miedo,
que aun nunca qué temer quiso dejarme
la desventura mía,
que el bien y el miedo me quitó en un día.

Danubio, río divino,
que por fieras naciones
vas con tus claras ondas discurriendo,
pues no hay otro camino
por donde mis razones
vayan fuera de aquí, sino corriendo
por tus aguas y siendo
en ellas anegadas,
si en tierra tan ajena,
en la desierta arena,
de alguno fueren a la fin halladas,
entiérrelas siquiera
porque su error se acabe en tu ribera.

Aunque en el agua mueras,
canción, no has de quejarte,
que yo he mirado bien lo que te toca;
menos vida tuvieras
si hubiera de igualarte
con otras que se me han muerto en la boca.
Quién tiene culpa en esto,
allá lo entenderás de mí muy presto.

Garcilaso de la Vega (1501-1536)


Apunte biográfico pertinente para el entendimiento de este poema.-

Hay circunstancias de la vida de Garcilaso que motivan, enmarcan y explican este poema. El poeta escribe esta canción en 1532, a sus 31 años, durante su confinamiento o destierro en una isla del río Danubio próxima a Ratisbona (Resenburg), donde permanece, por castigo directo del emperador Carlos V, desde marzo hasta el verano de ese mismo año. La causa del enojo del emperador también retrata a Garcilaso y al propio césar Carlos, y en ese retrato entiendo yo que el poeta no queda mal parado: sucedió que un sobrino de éste pretendía casarse con una sobrina del duque de Alburquerque, y ella le correspondía, pero la familia de la novia se oponía y consiguió del emperador que prohibiese tal boda. Al saberlo, los novios precipitaron el enlace, en el que Garcilaso no dudó en actuar de testigo. El Emperador, contrariado, anula el matrimonio y persigue a cuantos hubieren participado en la conjura nupcial, entre ellos, Garcilaso, hasta entonces muy considerado en la Corte. Y no tuvo otra manera de hacerlo que, aprovechando que el poeta acompañaba a don Fernando de Toledo, duque de Alba, camino de Ratisbona, lo manda prender y lo confina a la isla citada, próxima al lugar de detención.

 Más tarde, por intercesión del duque de Alba, el emperador le conmuta la pena y le da a elegir entre retirarse a un convento o marchar a Nápoles bajo las órdenes directas del virrey, Pedro de Toledo. Garcilaso elige esto último y pasa al servicio directo del virrey, antiguo amigo suyo y tío del citado duque. Cuatro años después, Garcilaso, ya restituido al favor imperial y habiendo sido nombrado por él maestre de campo, muere en acción de armas en Niza el 13 o 14 de octubre de 1536,  a los 35 años.

En esa vida tan breve Garcilaso, aparte de su carrera militar y cortesana, había dejado una obra poética que marca sin duda una de las cumbres más excelsas de nuestra literatura: consolida con Boscán el uso del endecasílabo y el soneto, introducido desde Italia años antes, entre otros y muy destacadamente, por el Marqués de Santillana, tío abuelo del propio Garcilaso, y, lector y émulo convencido de Petrarca, practica esta otra forma, también importada de Italia, de la canción petrarquista. La que aquí analizamos se atiene formalmente a ese esquema, como luego veremos, y a lo largo de sus 73 versos el poeta se duele de su destierro,  canta al río que lo encierra y lamenta la pérdida de su libertad y el enojo de quien se la ha causado.

[CONTINUARÁ]

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