Pintan color de hiel, verdiamarilla,
a quien se duele de la dicha ajena,
porque es rüin pasión sentir tal pena
sin que medie querella ni rencilla.
Se consume en la rumia y apolilla
quien no ve más allá de esta condena:
que le parezca mala, en otro buena,
cualquiera joya que en sus manos brilla.
Si odiar el bien del otro te obsesiona
si en procurarle daño perseveras,
como maligno lance de este juego,
no tendrás paz ni cetro ni corona,
ni el pan te saciará ni en las praderas
de la felicidad habrás sosiego.
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