A mi querida consuegra Irma, allá en su Lima luminosa
Cuando por Lima me andaba,
me cautivaron tres rosas;
con el resplandor que daban
al rosal me lo ocultaban
y no vi la mejor cosa.
Que despistado y perdido
hay quien se anda por las ramas,
y olvida dicho sabido:
“que si allí está lo florido,
en el tronco está la savia”.
Y ¡qué tronco y qué rosal!
¡qué serena estampa criolla!,
¡qué reposada beldad!
¡y qué fulgor sin igual
que de sus ojos desborda!
2 comentarios:
Hermoso homenaje y mejor poesía! Besos
Gracias, Rosa María.
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