Voy despidiendo días como trenes
entre brumas rojizas y serenas;
me voy quedando a solas con mis penas
y mi magro equipaje en los andenes.
El tiempo ha florecido por mis sienes,
ha surcado mi piel e hinchó mis venas;
los recuerdos de ayer son las cadenas
cuando debieran ser mis caros bienes.
¿A qué tanto llorar? Es miserable
cada poco gastar la vida en quejas
por el surco del tiempo, inexorable.
Las horas no son jóvenes ni viejas,
cada una comporta un gesto amable,
y un cantar no escuchado, si la dejas.
4 comentarios:
Estimado amigo, desearía saber si es un alejandrino, pues lo vi y no me parece:
La fuerza de la vida gritos sordos esconde
entre verdades huecas que ya nadie responde.
La soledad se pliega cual abanico blando
liberando a las sombras que se van ordenando.
Pero se abren los cielos y descienden palomas
volando sobre nubes como si fueran lomas.
Y ángeles cantando bendicen a la vida
tornándose la misma en bella y divertida.
Y la dicha se agrega de las almas naciendo
nuevas risas la mecen ante jocoso estruendo.
La existencia se viste de fantasiosos sueños
viviéndolos los hombres como si fueran dueños.
Se horroriza la muerte porque le cierran puertas
no puede ni siquiera, abrir sus fauces muertas.
Los versos que presentas, Matilde, son en efecto alejandrinos, es decir, versos de catorce sílabas métricas divididos en dos hemistiquios de siete por una pausa o cesura central, a esos efectos llevan acentuadas, como se necesita, las sílabas penúltimas de cada hemistiquio, o sea, la 6ª y la 13ª del verso completo.
Todo esto dicho sin ánimo de sentar precedente, ya que no quisiera convertir mi blog en espacio de consulta, porque eso excedería de mis propósitos iniciales.
Los de mi soneto son sin embargo, según lo más habitual, endecasílabos.
Un saludo.
Precioso soneto, Francisco.
Un abrazo.
Muchas gracias, David. Tú tan amable, como siempre.
Un abrazo,
Publicar un comentario