A Paqui, hada de los parafangos
Ángel de los espacios celestiales
descendido a hornear terrestres cienos,
sin por ello bajar de más a menos,
que no es menos curar humanos males.
Tu alegría difunde ondas vitales,
tu dulcísima voz, sones amenos,
tus ígneos lodos hacen huesos buenos
y tu forma de ser, almas cordiales.
Sigue, pastora, dando a tus rebaños
de tullidos, enfermos y lisiados
el calor que sus huesos solicitan;
mas dales, por mejor curar sus daños,
además de tu lodo y tus cuidados,
el amor que sus almas necesitan.
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