Hilar palabras, ensartar conceptos,
derribar con magníficas trompetas
el poderoso muro del silencio.
Gritar lo que te pasa, lo que sufres,
disparar el cañón del sentimiento
y desbordar con cantos y poemas
el implacable cerco que te han puesto.
Llamar a la alegría que se ha ido,
a la fe en los demás que anda muriendo
y salir de esta trampa miserable
superándola a golpes de desprecio.
Pronto verás que no se acaba el mundo,
que hay mucha vida fuera de estos predios
y habrás de ver, y reirás sin duda,
qué pequeñito es todo desde lejos.
Y sobrevivirás, que duda cabe,
sin manchas en tu honor ni vilipendio,
sin que habite el rencor en tus moradas ...
sólo un dolor distante en el recuerdo.
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