viernes, 24 de septiembre de 2010

El clero pederasta en el infierno del Bosco

“y el que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen, mejor sería que le echasen al cuello una muela asnal y le arrojasen al mar”

Jesús de Nazaret, según el evangelio de Marcos 9:42


Los curas pederastas en su infierno,

cada cual con su rueda de molino,

jalean al de Brujas, que al sobrino

báculo hinca en el trasero tierno.


Ángeles sucios pueblan ese averno

que porculea al querubín divino,

y negras tocas de perfil porcino

chupan del diablo el lujurioso cuerno.


Coro de voces blancas, profanadas

sofoca la vergüenza en un gemido

que ningún Dios ampara en su clemencia.


Ningún rayo fulmina. Desmadradas

en su furor obsceno, irreprimido,

mil sotanas corrompen la inocencia.

2 comentarios:

David dijo...

Gran verdad lo que dices, Francisco, en este soneto; y es que son asquerosos estos actos. Sigue con esa poesía social, porque, particularmente, a mí me he encanta la poesía que sigue a Hernández y Celaya, siempre denunciando las cosas malas en nuestro mundo, que por desgracia son muchas.

Francisco Redondo dijo...

Es un tema terrible en que se juntan la perversión y la hipocresía frente al terrible daño especialmente psíquico a víctimas absolutamente indefensas delante de personas (monstruos) de quienes esperaban precisamente la bondad y la protección y de quienes reciben el más espantoso abuso. Un horror muy precisamente condenado por Jesús de Nazareth hace dos mil años y que contamina a "los pastores" de "su Iglesia" sin que ningún rayo fulmine a los malhechores ni ninguna rueda de molino los arrastre a otro abismo que al de su propia indignidad. ¡Pobres niños violados!