Jesús de Nazaret, según el evangelio de Marcos 9:42
Los curas pederastas en su infierno,
cada cual con su rueda de molino,
jalean al de Brujas, que al sobrino
báculo hinca en el trasero tierno.
Ángeles sucios pueblan ese averno
que porculea al querubín divino,
y negras tocas de perfil porcino
chupan del diablo el lujurioso cuerno.
Coro de voces blancas, profanadas
sofoca la vergüenza en un gemido
que ningún Dios ampara en su clemencia.
Ningún rayo fulmina. Desmadradas
en su furor obsceno, irreprimido,
mil sotanas corrompen la inocencia.
2 comentarios:
Gran verdad lo que dices, Francisco, en este soneto; y es que son asquerosos estos actos. Sigue con esa poesía social, porque, particularmente, a mí me he encanta la poesía que sigue a Hernández y Celaya, siempre denunciando las cosas malas en nuestro mundo, que por desgracia son muchas.
Es un tema terrible en que se juntan la perversión y la hipocresía frente al terrible daño especialmente psíquico a víctimas absolutamente indefensas delante de personas (monstruos) de quienes esperaban precisamente la bondad y la protección y de quienes reciben el más espantoso abuso. Un horror muy precisamente condenado por Jesús de Nazareth hace dos mil años y que contamina a "los pastores" de "su Iglesia" sin que ningún rayo fulmine a los malhechores ni ninguna rueda de molino los arrastre a otro abismo que al de su propia indignidad. ¡Pobres niños violados!
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