Si me pongo solemne,
si abulto mi pechuga como un pavo,
como un burgués inflado y arrogante,
escupid vuestra risa.
Sin pudor, sin vergüenza.
Romped el pedestal
hacia el que me encaramo
con una transgresora carcajada
o alguna irreverente pedorreta,
mas nunca me hagáis caso.
Si me pongo solemne
es que quizá pretendo
colocar mercancía averiada,
o venderos quizá otra burra coja
o alguna teoría
o ardid capcioso o falso,
pero siempre, eso sí,
correcto en lo político: escupidme.
Si me pongo solemne,
si a estas alturas me pongo
solemne quizá me esté muriendo;
y a los muertos
es más fácil faltarles al respeto,
que la Muerte
siempre esconde la mueca descarnada
de su más que evidente calavera.
Si me pongo solemne,
mortal y definitivamente solemne,
mearos en la losa de mi lápida
sin temor; que debajo
solo restan gusanos y carroña.
Debajo de lo grave … solo hay mierda.
Tenedlo por seguro.
2 comentarios:
Buen poema.
Mi enhorabuena.
Gracias por tu visita, Narrador.
Un saludo,
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