Hay mujeres que tienen doble filo de esfinges enfrentadas,
pero cuando el búho se alza sobre el perfil del corazón
los rinocerontes huyen a los últimos rincones.
Hay los cuervos que viven entre sombras de risas,
pero Dios, que preside el corazón del llanto,
tiene lluvias de nardos al arco de la tarde.
Jano de cuatro caras,
la mujer tiene un vasto llanto de nieblas agrias,
y la figura puntual del hombre
hace impacto en su pecho de jazmines que estallan.
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