Referencia de imagen: http://www.polartrec.com/files/u35/Russel_Glacier_calving640.jpg
Fui buscando el reverso de la flor y del fruto,
me adentré en las cavernas que guardan, escondida,
la semilla que encripta la llama de la Vida
en la telegrafía de un latir diminuto.
En el corazón duro de su universo helado,
hundido en el abismo del hielo sempiterno,
por la Vida dormida interrogué al Invierno,
pidiéndole la llave que aplaca su reinado.
Sus ojos, entre brumas, abrió y, en su mirada,
a la luz apagada que la Luna cediera,
sólo entreví el letargo de un alma abotargada.
Con la voz cavernosa, tras de un siglo de espera,
una sílaba dijo, en la penumbra helada:
-SOL-, conjuró y, al punto, ¡se abrió la PRIMAVERA!
San Petersburgo, 20 de febrero de 2006
me adentré en las cavernas que guardan, escondida,
la semilla que encripta la llama de la Vida
en la telegrafía de un latir diminuto.
En el corazón duro de su universo helado,
hundido en el abismo del hielo sempiterno,
por la Vida dormida interrogué al Invierno,
pidiéndole la llave que aplaca su reinado.
Sus ojos, entre brumas, abrió y, en su mirada,
a la luz apagada que la Luna cediera,
sólo entreví el letargo de un alma abotargada.
Con la voz cavernosa, tras de un siglo de espera,
una sílaba dijo, en la penumbra helada:
-SOL-, conjuró y, al punto, ¡se abrió la PRIMAVERA!
San Petersburgo, 20 de febrero de 2006
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