Si mi destino es acabar no siendo,
olvidadme del todo.
Vividme mientras sea.
Como el vino de un vaso,
como el amigo ocasional
de un día, sin pretensión
de herida, sin anhelo de ser
más allá de mí mismo.
Toda desdicha viene
de luchar contra el tiempo,
de pretenderse
eterno, intemporal,
preciso, transcendente …,
de querer
convertirse en un ídolo,
o fetiche o moneda;
de contemplarse siempre de perfil, mordido
(a su pesar) por los canes agudos de los días.
Si mi destino es el acabar no siendo,
olvidadme del todo.
Sin piedad.
Sin altares.
Y que al final yo sea
tan solo mera muesca en la culata
de un revólver de dioses
pistoleros … o una marca perdida
en la baraja de los dioses tahúres.
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