Carne de soledad, témpano
herido,
deseo loco, siempre
insatisfecho.
Pájaro que en la jaula de mi
pecho
siempre canta, contento o
dolorido.
Bombero pertinaz que ha
removido
ríos de roja sangre en el
barbecho
reseco de mi cuerpo, cruel
desecho
de un eterno buscar, ya sin
sentido.
¿No cesarás en tu anhelar
sin rumbo?
¿No darás por perdida tu
porfía?
¿No saciarás tus hambres sin
fronteras?
La vida es caminar de tumbo
en tumbo
un día y otro día y otro
día:
una infinita sed de
primaveras.
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