Carne de soledad, témpano herido,
deseo loco, siempre
insatisfecho.
Pájaro que en la jaula de mi
pecho
siempre canta, contento o
dolorido.
Bombero pertinaz que ha
removido
ríos de roja sangre en el
barbecho
reseco de mi cuerpo, cruel
desecho
de un eterno buscar, ya sin
sentido.
¿No cesarás en tu anhelar
sin rumbo?
¿No darás por perdida tu
porfía?
¿No saciarás tus hambres sin
fronteras?
Pero si sólo al anhelar
retumbo,
si sólo vivo al caminar sin
guía,
mis hambres son mis almas
verdaderas.
Madrid, martes, 22 de diciembre de 2020