A Charles Baudelaire
Como un sorbo de absenta, venenoso y malvado,
el amor que me embriaga y me pudre y me enferma
me abrasa las entrañas y deja mi alma yerma
cual si un soplo de averno las hubiera rozado.
A tu belleza oscura me doy desesperado
mientras tú, fríamente, aguardas a que duerma
para absorber mis sueños con mi sangre y mi esperma
y ofrendarlos al ara que ensalza tu pecado.
Eres la sierpe impura de apetecible seda
que se enrosca en mi cuerpo y constriñe mi aliento
hasta el postrer suspiro de un agónico orgasmo.
Y, del placer maldito, por rédito me queda
la amargura profunda que emponzoña mi acento
y el dolor, enquistado en un convulso espasmo.
Madrid, viernes, 3
de enero de 2020.