viernes, 17 de mayo de 2019

El mundo desde lo alto de una silla de montar



El mundo desde lo alto de una silla de montar
ha de ser otro mundo del que observa
a pie enjuto el villano, el peatón, el piernas …
aunque se trate de una silla inglesa sobre bestia
lozana y bien alimentada, la rienda distendida
y el bocado holgado y tolerable.

El mundo desde lo alto de una silla de montar
empieza a ofrecer la perspectiva arrogante
del terrateniente, del amo de vidas y haciendas,
del señorito malcriado durante años de holganza
entre el servil pulular de los criados, atentos a la menor
necesidad del alevín de dueño de las cosas.

El mundo desde lo alto de una silla de montar
ya no es el que veía el caballero esforzado y errante,
atento a la defensa del débil y el desvalido;
ya no es el de los grandes horizontes que conquistar
ni el de los altos valores a detentar.
Ya no es el mundo ideal y onírico de Amadís o don Quijote.

Hoy el mundo desde lo alto de una silla de montar
es tan solo una caricatura, una mueca soberbia,
un residuo enmohecido, envilecido, roto
de una gloria abandonada y cien veces prostituida.
La pantomima de un dominio periclitado y muerto
que pretende asustar a un pretendido entorno pusilánime.

Madrid, viernes, 17 de mayo de 2019