sábado, 13 de enero de 2018

Soneto. La rima de los tercetos.



1. Propósito de este estudio.

Se trata de revisar los diferentes esquemas de rima que se pueden o deben usar en los tercetos de un soneto

2. Algunos conceptos.

2.1. Soneto.

Se llama soneto a una composición poética de origen italiano que consta de catorce versos de arte mayor distribuidos, por este orden, en dos cuartetos seguidos de dos tercetos. Todos los versos son rimados en forma consonante.

2.2.           Tercetos de los sonetos.

Como se ha dicho, se trata de las estrofas que rematan el soneto y que forman los seis últimos versos del mismo, agrupados en dos secuencias de tres versos cada una.

En algunos sonetos de uso muy poco frecuente (véase el caso del soneto invertido) los tercetos van en cabeza del soneto y los cuartetos van detrás, pero en la inmensa mayoría de los sonetos la disposición de las estrofas es la que se ha indicado.

2.3.           Rima consonante.

Por rima consonante se debe entender la igualdad fonética exacta y completa de vocales y consonantes a partir de la última vocal acentuada del verso, inclusive. Afecta por tanto en exclusiva a las palabras finales de los versos rimados.

Ejemplos:

Terminación llana: fresa rima con obesa, pero no rima con cabeza, ni con mesas, ni con vela.
Terminación aguda: flor rima con resplandor, pero no con balcón, ni con remar.
Terminación esdrújula: diabólico rima con católico, pero no con sinfónico, ni con metabólicos, ni con abanico.

Se pueden asimilar en rima consonante b y v, pero no c o z con s ni ll con y., como no sea en poesía en que se pretenda incluir efectos folklóricos.

La rima de los versos de los tercetos de un soneto debe ser consonante.




2.4.           Ocurrencia de rima.

Denomino así a la realización concreta de una rima en cada verso en que aparece.

Por ejemplo, en los tercetos que siguen, de un cierto soneto de Miguel Hernández

El fantasma del beso delincuente
el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más patente, negro y grande.

Y sin dormir estás, celosamente,
vigilando mi boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.

               se manejan tres rimas: -ente, -ido y –ande. Y, para cada una de ellas, se registran dos ocurrencias, como sigue:

-ente, con ocurrencias en los versos primero y cuarto.
-ido, con ocurrencias en los versos segundo y quinto.
-ande, con ocurrencias en los versos tercero y sexto.

2.5.           Esquema de rima.

Denomino así a la manera en que se organizan o alternan las rimas y sus ocurrencias en el poema, estrofa o grupo de estrofas de que se trate, en este caso los dos tercetos de un soneto.

Cada rima se suele denotar por medio de una sola letra – mayúscula si el verso es de arte mayor, minúscula si es de arte menor -, y el esquema completo, mediante la secuencia de las letras que correspondan a las sucesivas ocurrencias, en el orden en que se vayan presentando en el conjunto de los versos.

En un soneto se suelen reservar las letras A y B para las rimas de los cuartetos y las C, D y, eventualmente, E, para los tercetos; y así haré en este estudio.

En el ejemplo del epígrafe precedente, si denominamos las rimas como sigue:

C = -ente; D = -ido; E = -ande,

el esquema de rima quedaría denotado como:

CDE CDE.



3.           Normas que rigen la rima de los tercetos de un soneto.

Según figura en tratados de métrica y según mi propio conocimiento de la práctica magistral, la rima de los tercetos de un soneto se atendría a las normas siguientes:

1.                     La rima ha de ser siempre consonante. La existencia de ejemplos de sonetos con rima asonante o incluso formados por versos blancos no pasa del nivel de anécdota, y tales poemas no pueden ser considerados sonetos típicos ni normales.
2.                     Todo verso ha de rimar con otro u otros de entre los del conjunto. Es decir, no pueden haber versos sueltos.
3.                     No pueden haber tres o más versos consecutivos con la misma rima en el conjunto de los seis versos.

3.1. Consecuencias de estas normas.

De las normas que anteceden se deducen fácilmente las siguientes consecuencias:

1.                      Enlace de rima. Siempre habrá como mínimo un verso del primer terceto que rimará con otro del segundo.
2.                      Número de rimas. Como máximo será de tres; con cuatro o más faltarían versos para garantizar un mínimo de dos ocurrencias para cada rima. Con dos rimas podemos tener 3+3 o 2+4 o 4+2 ocurrencias; con tres solo cabe 2+2+2.

4. Esquemas más habituales.

 La inmensa mayoría de los sonetos magistrales se atienen sistemáticamente a dos esquemas de rima de los tercetos. Son éstos:

Con dos rimas: CDC DCD, que llamaría de tercetos doblemente encadenados. Como ejemplo, el de un famoso soneto de Lope de Vega,

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo. Es más, sospecho
que voy los trece versos acabando.
Contad si son catorce, y está hecho.

Con tres rimas: CDE CDE,  o correlativo. Como ejemplo, aparte del de Hernández, arriba citado, traeré ahora uno bien conocido, de Miguel de Cervantes,

Apostaré que el ánima del muerto
por gozar de este sitio hoy, ha dejado
la gloria donde vive eternamente.

Esto oyó un valentón y dijo: -Es cierto
cuanto dice voacé, seor soldado.
Y quien dijere lo contrario, miente.

Estos son los esquemas más usados y clásicos, de manera que, quien no quiera saber más puede dejarlo aquí, pues, con conocerlos, tiene suficiente para decir que sabe como riman los tercetos de un soneto. Pero caben otros esquemas que satisfagan otros criterios estéticos o permitan variar la rutina consagrada. A ello va a responder con cierta pretensión exhaustiva lo que sigue en este estudio.

5. Deducción sistemática de todos los esquemas de rima de los tercetos que se ajusten a las normas antes fijadas.

Como ya se dijo antes, nombraremos como C a la primera rima que ocurra, como D a la segunda y, a la tercera, si la hubiera, la denominaremos E. Es obvio que los esquemas que pudieran obtenerse a partir de otro por mera permutación de estas letras serán formalmente idénticos al primero, por lo cual solo consideraremos los esquemas diferentes en que las letras aparezcan por su orden: C, D (y E).

5.1. Esquemas de dos rimas 3 + 3.

1.      CCD CDD.
2.      CCD DCD.
3.      CDC CDD.
4.      CDC DCD, que es el que más arriba hemos llamado doblemente encadenado.
5.      CDC DDC.
6.      CDD CCD.
7.      CDD CDC.

De este tipo, son todos los que cumplen las normas. Aparte del esquema 4, como se ha dicho, completamente consagrado, destacaría por su evidente simetría los esquemas 1 y 6, con los que merecería la pena experimentar. Los demás los dejo a la curiosidad o la perspicacia de los sonetistas innovadores.

5.2. Esquemas de dos rimas 4 + 2 o 2 + 4.

8.      CCD CCD.
9.      CCD CDC.
10.  CCD DCC.
11.  CDC CDC.
12.  CDC DCC, así se riman los seis versos finales del soneto inglés o shakespeariano: un serventesio seguido de un pareado.

13.  CDD CDD, único posible con la estructura 2 + 4.



5.3. Esquemas de tres rimas 2 + 2 + 2.

14.  CCD DEE.
15.  CCD EDE.
16.  CCD EED.
17.  CDC DEE, también podría ser ésta la estructura de los seis últimos versos de un soneto inglés: un serventesio seguido de un pareado final, si bien, en este caso, con rima diferente entre ambas estrofas..
18.  CDC EDE.
19.  CDC EED.
20.  CDD CEE.
21.  CDD ECE.
22.  CDD EEC.
23.  CDE CDE, llegamos aquí al esquema clásico de tres rimas, correlativo, del que ya se ha tratado más arriba.
24.  CDE CED.
25.  CDE DCE.
26.  CDE DEC.
27.  CDE ECD.
28.  CDE EDC, correlativo en sentido inverso. Lo he usado frecuentemente en mis sonetos y he recibido algún reproche por cuanto las ocurrencias extremas de la rima C quedan demasiado distantes, sin embargo yo no aprecio demérito alguno y creo que el efecto estético es elegante. Por ello lo he seguido practicando, con cierto éxito.

Y con éstos veintiocho creo haber agotado todos los posibles esquemas de rima de los tercetos de un soneto.

6. Algunos ejemplos.

Traigo algunos, extraídos de mis propios sonetos, aunque no he podido encontrar de todos los tipos; queda a la curiosidad del lector sonetista indagar acerca de los esquemas restantes.

4.      CDC DCD.

Pues que perdidos sois, sin esperanza,
¿por qué me acosa como el trapo al toro
sin tregua ni respiro la añoranza?

Es ruina  sin remedio mi tesoro.
Venga el olvido al quite sin tardanza
y, en su niebla, sepulte cuanto añoro.

“Añoranza” 2006

11. CDC CDC.

Son Aglaia, sapiente e ingeniosa,
Talía, poetisa y comediante,
y Eufrósine, la alegre y bulliciosa;

son de Zeus la prole más hermosa,
la facundia jocunda y deslumbrante
de la ninfa gentil que casi es diosa.

“Las tres gracias” 2012

13. CDD CDD.

En los grises recodos del olvido
he abandonado mi alegría muerta
y he presentido al fin mi muerte cierta.

Porque, en este horizonte sin sentido,
¿dónde llevar la vista que no advierta
yermo el querer y la esperanza yerta?

“La tristeza” 2000

16. CCD EED.

Ya es tarde para todo, ya no canta
como cantaba Mayo en mi garganta
cuando su amor gusté por vez primera.

No envíes hoy tu sol sobre mis huesos,
contén de tus alondras los excesos,
que voy de retirada, Primavera.

“Pourquoi me réveiller …” 2006


17. CDC DEE. Final de soneto inglés.

... Clamo por ese Dios, que, si Lo fuera,
el Crimen sin Castigo que ahora veo
saldado en Su Justicia ya estuviera,
no en otro Mundo, pues en él no creo,

ni mañana, ni luego, en otra hora,
sino, sin más tardar, Aquí y Ahora.

“Sed de justicia” 2008

18. CDC EDE.

Mi vida era presente continuo, renovado,
que arrojaba a diario pasados al abismo.
De súbito mi vida se hizo toda pasado.

Como mueren sin cuerpo las almas inmortales,
esa tarde la Muerte se vistió de mí mismo
y me entregó al sosiego de las horizontales.

“Crónica posible de mi muerte” 2006


20. CDD CEE.

el Antes, simplemente, no existía …
¿Es ceguera esta Luz que resplandece
para el que la disfruta o la padece?

¿O bien, Revelación que el Cielo envía
a quien, habiéndola anhelado tanto,
ha de dejar vencido de su encanto?

“Flechazo” 2006

23. CDE CDE.

Y si vivir amando es ser herido
por las flechas letales de su aljaba,
vivir sin el Amor es vivir muerto.

¡Clávame, Amor, tu dardo bendecido,
concédeme el dolor que nunca acaba,
que preciso salir de este desierto!

           “La herida del Amor” 2006

24. CDE CED.

Así es la curva que del cono obtiene
un corte plano, limpio, dirigido
según la recta que su faz genera.

Y también el relato en que conviene
urdir de metafórica manera
la luz que al fin revela lo escondido.

“Parábola” 2007


25. CDE DCE.

Oblongo redondel cuyos dos ejes
parten en cuatro, en justa simetría,
cartabones de curva hipotenusa.

Excéntrico su radio desvaría
según a cual lo acerques o lo alejes
de esos dos ejes de función abstrusa.

“Elipse” 2006

26. CDE DEC.

Te hiciste Rueda por hacerte Historia,
surgió el Progreso cuando echaste dientes
y unciste el Tiempo a la cifrada esfera.

Todo es ciclo, la vida, las simientes
en que, encriptada, la cosecha espera
al cabo de otra vuelta de la noria.

“Circunferencia” 2006

27. CDE ECD.

Va dejando su campo a la ternura
-esa firme argamasa del cariño-
el deseo, que mengua con los años.

Ajenos a la arruga y a sus daños
cultivamos del alma la hermosura:
el vino, viejo y el asombro, niño.

“Con eñe de cariño” 2011

28. CDE EDC, correlativo inverso.

De ti me enamoraba, ángel impuro,
todas las tardes ante la pantalla,
mordiendo al girasol por su semilla;

y, con sólo pasar por la taquilla,
gocé tu encanto, cándido y canalla,
quemándome en su luz, allá en lo oscuro.

“Marilyn” 2006

Y esto es todo, amigo lector. Espero que obtenga de ello alguna utilidad o, al menos, información acerca de este tema que suele ser menos conocido de lo que debiera.

Madrid, sábado, 13 de enero de 2018.

         Francisco Redondo Benito de Valle