Esperanza[1]
Con las manos desnudas, con los dientes,
con el hondo metal de tu mirada,
te he visto defender al Pueblo-Pueblo
como si de tus hijos se tratara.
Y sin que te cubriera una bandera,
llamando acá, voceando la llamada
ancestral de la rabia y el coraje,
unir la voluntad desparramada
en jirones de inútiles pasiones
que, a tu guía, se hicieran llamarada,
colectivo clamor coordinado,
himno común forjado en mil gargantas.
Como una fuerza de Naturaleza,
como la lluvia que el turbión desata,
como la chispa que dispara el trueno,
como clarín que a resistir comanda,
yo te he visto crecer de tu estatura
hasta alcanzar la talla necesaria
que aventara los miedos y las dudas
y encendiera el denuedo de las masas.
Te vi, mujer menuda, puro fuego,
más allá de ti misma, pura alma.
Madrid,
sábado, 20 de agosto de 2016.
Francisco
Redondo.