Antes de
aquel deleite vespertino,
antes de
aquel Amor yo no era Nada,
apuesta
impar de la biología
entre
millones de otras planteada:
el
improbable azar de ver casados
naipes
concretos de una Gran Baraja.
Ni Verbo
potencial ni Sustantivo,
antes de
aquel Albur yo no era NADA.
Mas
¿cómo fue el No Ser entre la bruma
de
aquella negra noche ilimitada?
¿Un
vacío compacto, un largo tunel
sin
principio ni fin ni madrugada?
¿Cero a
la izquierda de una incierta coma?
¿Nulidad
de una cuenta no iniciada?
¿Silencio
universal antes del Día
anterior
al Big Bang y su algarada? …
Después
nací con sed de eternidades,
efímero
mortal de horas contadas,
y
malgasté el tesoro de minutos
de mi
reloj de ruedas desdentadas.
Lloré,
reí, gocé, sufrí el destino
de la
estrella fatal que me alumbraba
hasta
que ya, sin tiempo entre las manos
selló la
Parca el fin de mi escapada.
Y otra
vez el No Ser, niebla viscosa,
pulpo
sin brazos, canto sin garganta,
ojo en la
oscuridad, voz sin oído,
corazón
sin amor, amor sin alma.
No ser,
pero haber sido: ser memoria
esparcida,
plural, desperdigada,
evanescente,
declinante, huída
y luego
muerta para siempre: NADA.
Madrid, viernes, 28 de diciembre
de 2012