Redondillas cruzadas y enlazadas
La tricolor. ¡Cómo ondea
los
martes, cada semana,
cuando
Vallekas airea
la Hora
Republicana!
Aroma de
Historia mana
a las
siete o siete y cinco
de esa
noble fuente hertziana:
ciento
siete punto cinco.
Por ello
en la Red me intrinco
en pos
de ese justo enlace
que
busco con tanto ahínco
porque
tanto me complace.
La
sintonía nos hace
arder
con notas del fuego
por la
Patria que subyace
al civil
Himno de Riego.
La
Democracia del griego,
la
Re-Pública de Roma
con la Igualdad
brota luego,
con la Libertad
se aroma.
Y
Fraternidad, que asoma
de París
y su Comuna,
de
Leningrado que toma
testigo
como ninguna,
en
Madrid hallará cuna,
contra
el fascio Leviatán
y la
barbarie moruna,
al grito:
¡No pasarán!
Las
notas de Riego van
el
ambiente preparando;
las
fechas de Ángel irán
hecho a hecho
desgranando:
Efemérides
sangrando
una
historia en la que luce
más mal
que bien, ignorando
el
infierno al que conduce.
Juanjo,
mordaz, introduce
el agudo
comentario
de
cuanto actual produce
el fluir
hebdomadario:
El
atentado diario
de la
horda patronal
contra
el empleo o salario
del
obrero o menestral;
o el
acoso judicial
a los
magistrados sanos,
opuestos
a la venal
corrupción
de los insanos;
o los
recortes malsanos
contra
el bienestar social
-tijera
en las sucias manos
del que
sirve al Capital-;
o el
acoso criminal
contra
el Estado y su Erario:
el
interés general
del
sufrido proletario;
o el
escándalo palmario
del
clero, del rico amigo
en contra de su ideario
-pongo a
Jesús por testigo;
o el
Gran Crimen sin Castigo
que
cometió el militar
que se
declaró enemigo
de la
causa popular,
y, por
cielo, tierra y mar ,
juntó
moros con fascistas
con el
fin de arrebatar
al
obrero sus conquistas
y, con
modos terroristas,
vistió
de luto esta tierra
por
pistolas falangistas,
casa a
casa y sierra a sierra.
Aún
quedan de aquella guerra
monumentos
de Victoria,
muertos
que reclaman tierra,
Verdad
que reclama Historia,
y
Justicia, que no Gloria,
Reparación,
no Venganza,
y
Memoria y más Memoria,
y Paz,
fuente de Esperanza.
Y así en
la Hora se avanza
mientras
que José María
de
cuando en cuando nos lanza
la
oportuna melodía:
la soleá
o bulería
del
llorado Camarón
o la
cantata bravía:
Labordeta,
el de Aragón,
comprometida
canción
-a la
par protesta y llanto-
de quien,
de amar su nación,
la
herida le duele tanto.
El
militante adelanto
ya de la
Agenda gotea,
y no hay
hora sin quebranto
ni día
sin su tarea.
La
frenética pedrea:
mítin,
manifestación,
firmas
por la buena idea
o por
justa indignación.
-No
olvidéis: Concentración
mañana
frente al Supremo,
que
juzgan al juez Garzón,
y van a
por él, me temo.
Bogando
lento su remo
la
trompeta con desgana
fina el
himno en que me quemo:
la Hora
Republicana.
Lo que dedico a esos tres
mosqueteros – y si son más me lo amplían – Juanjo, Ángel y José María, que con
tanta amenidad y fervor republicano llenan mis tardes de martes desde Radio
Vallekas. Un abrazo.