viernes, 18 de noviembre de 2011

Policromía inexplicable


De una rama vencida del Otoño

una hojita de olmo penetró hasta mi alcoba,

amarilla y rizada.

La luz, ya decaída,

de aquel temprano atardecer tenía frío,

tiritaba

penetrada de bruma y humedades;

y esa melancolía inevitable

de Octubre,

del año en su crepúsculo,

me deprimía

una vez más

tan dulcemente …

Los sotos y arboledas,

en tanto su paleta declinaba

los rojos, ocres, sienas y amarillos,

se dejaban morir ¡tan bellamente!...


Una vez más declaro

mi asombro ante tanta belleza,

aparentemente inmotivada:

la flor se maquilla, aroma, endulza

para premiar al colibrí o insecto

que transporta su pólen,

el fruto ofrece jugos y sabores,

entre perfumes y colores gratos

al que disperse lejos sus semillas,

pero el Octubre de las hojas muertas

¿qué pretende con esa fantasía

decadente y romántica

de hecatombe anual caducifolia?

¿Tan sólo seducir a los poetas,

o enloquecer en rojo los pinceles

de los pintores?

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