Te lanzaste a la lucha y de sobra sabías
que el contrario jugaba con las cartas marcadas
en sus turbios garitos. Con las manos atadas,
perder era lo menos que encontrarte podías.
Mas la vida nos lleva a contiendas sombrías,
a lides desiguales que no han de ser ganadas
por más que nos avalen credenciales sobradas,
y un juego del que excluyes sucias tafurerías.
¡Perdedor! No hay mancilla si se pierde con honra;
sólo el bribón reclama ganar en todo caso
aunque el triunfo se logre con artes de bandido.
La religión del éxito comporta la deshonra,
el crimen que exorciza la sombra del fracaso.
En dignidad ganaste lo poco que has perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario