A Carlos Martínez Domínguez
Pues, ¡con qué fuerza arremete
en su grata tercería!
Y con tanta maestría
en tal aprieto me mete
que, para salir del brete
con dignidad y sin empachos,
habré de atarme los machos
y ajustarme los calzones.
(Que así alcanzan los varones
la gloria de usar mostachos).
Lléguese la mexicana
péñola a la bienvenida
que le ofrenda la florida
barra, que ya peina cana,
y, entre décimas, se afana
en dejar el verso en alto
sin mostrarse nunca falto
de algún rimar consonante …
(al menos hasta este instante,
advierto con sobresalto)
Con calma ya irá contando
cual es su santo y su gracia,
y de que manera sacia
su inquietud versificando…
Mientras le voy apañando
mi currículo sincero …
Pero casi que prefiero
dejarlo para otro rato …
(No sea que mi retrato
me desluzca traicionero).
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