Primero fue el ritual de la caricia
rodeando tu perfil y alrededores
y el degustar tus labios superiores,
toda la boca dada a la delicia,
luego tocar tus labios inferiores
y el botón del amor en su guarida.
Y aquello fue un volcán, como una herida
ardiente, sacudida de estertores …
Tus pechos amasaba y los pezones
mordisqueaba turgentes y crecidos,
toda tú ya jadeos ya gemidos,
cabalgada por mí por los colchones,
perdido el casto gesto y los sentidos,
rebosante de mí … y de mis fluidos.
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