viernes, 20 de julio de 2007

Urgencia

La Muerte se partió de cacería
cuando mi madre me parió entre sangre.
Suyas son, ay amor, todas las armas
y hasta el reloj socava en su provecho ...

Habré de darme prisa, amor,
prisa en amarte,
prisa en labrar la tierra,
en fecundar el aire con mi aliento,
en repartir mis huellas por las cosas,
y mi olor a los perros: que me sepan.

Prisa por fin, amor, habré de darme
en sembrar mi simiente en tu besana,
cuya cosecha, amor, si Dios lo quiere,
la vencerá por mí definitivamente.


Madrid, 13-7-73.

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