Con un manso rüido
de
agua corriente y clara
cerca
el Danubio una isla que pudiera
ser
lugar escogido
para
que descansara
quien,
como estó yo ahora, no estuviera:
do
siempre primavera
parece
en la verdura
sembrada
de las flores;
hacen
los ruiseñores
renovar
el placer o la tristura
con
sus blandas querellas,
que
nunca, dia ni noche, cesan dellas.
Aquí
estuve yo puesto,
o por
mejor decillo,
preso
y forzado y solo en tierra ajena;
bien
pueden hacer esto
en
quien puede sufrillo
y en
quien él a sí mismo se condena.
Tengo
sola una pena,
si muero desterrado
y en
tanta desventura:
que
piensen por ventura
que
juntos tantos males me han llevado
y sé
yo bien que muero
por
solo aquello que morir espero.
El
cuerpo está en poder
y en
mano de quien puede
hacer
a su placer lo que quisiere,
mas no
podrá hacer
que
mal librado quede,
mientras
de mí otra prenda no tuviere;
cuando
ya el mal viniere
y la
postrera suerte,
aquí
me ha de hallar
en el
mismo lugar,
que
otra cosa más dura que la muerte
me
halla y me ha hallado,
y esto
sabe muy bien quien lo ha probado.
No es
necesario agora
hablar
más sin provecho,
que es
mi necesidad muy apretada,
pues
ha sido en un hora
todo
aquello deshecho
en que
toda mi vida fue gastada.
Y al
fin de tal jornada
¿presumen
de espantarme?
Sepan
que ya no puedo
morir
sino sin miedo,
que
aun nunca qué temer quiso dejarme
la
desventura mía,
que el
bien y el miedo me quitó en un día.
Danubio,
río divino,
que
por fieras naciones
vas
con tus claras ondas discurriendo,
pues
no hay otro camino
por
donde mis razones
vayan
fuera de aquí, sino corriendo
por
tus aguas y siendo
en
ellas anegadas,
si en
tierra tan ajena,
en la
desierta arena,
de
alguno fueren a la fin halladas,
entiérrelas
siquiera
porque
su error se acabe en tu ribera.
Aunque
en el agua mueras,
canción,
no has de quejarte,
que yo
he mirado bien lo que te toca;
menos
vida tuvieras
si
hubiera de igualarte
con
otras que se me han muerto en la boca.
Quién
tiene culpa en esto,
allá
lo entenderás de mí muy presto.
Garcilaso
de la Vega (1501-1536)
Apunte
biográfico pertinente para el entendimiento de este poema.-
Hay circunstancias
de la vida de Garcilaso que motivan, enmarcan y explican este poema. El poeta
escribe esta canción en 1532,
a sus 31 años, durante su confinamiento o destierro en
una isla del río Danubio próxima a Ratisbona (Resenburg), donde permanece, por
castigo directo del emperador Carlos V, desde marzo hasta el verano de ese
mismo año. La causa del enojo del emperador también retrata a Garcilaso y al
propio césar Carlos, y en ese retrato entiendo yo que el poeta no queda mal
parado: sucedió que un sobrino de éste pretendía casarse con una sobrina del
duque de Alburquerque, y ella le correspondía, pero la familia de la novia se
oponía y consiguió del emperador que prohibiese tal boda. Al saberlo, los
novios precipitaron el enlace, en el que Garcilaso no dudó en actuar de
testigo. El Emperador, contrariado, anula el matrimonio y persigue a cuantos
hubieren participado en la conjura nupcial, entre ellos, Garcilaso, hasta
entonces muy considerado en la Corte. Y no tuvo otra manera de hacerlo que,
aprovechando que el poeta acompañaba a don Fernando de Toledo, duque de Alba,
camino de Ratisbona, lo manda prender y lo confina a la isla citada, próxima al
lugar de detención.
Más tarde, por intercesión del duque de Alba,
el emperador le conmuta la pena y le da a elegir entre retirarse a un convento
o marchar a Nápoles bajo las órdenes directas del virrey, Pedro de Toledo.
Garcilaso elige esto último y pasa al servicio directo del virrey, antiguo
amigo suyo y tío del citado duque. Cuatro años después, Garcilaso, ya
restituido al favor imperial y habiendo sido nombrado por él maestre de campo,
muere en acción de armas en Niza el 13 o 14 de octubre de 1536, a los 35 años.
En esa vida tan
breve Garcilaso, aparte de su carrera militar y cortesana, había dejado una obra
poética que marca sin duda una de las cumbres más excelsas de nuestra
literatura: consolida con Boscán el uso del endecasílabo y el soneto,
introducido desde Italia años antes, entre otros y muy destacadamente, por el
Marqués de Santillana, tío abuelo del propio Garcilaso, y, lector y émulo
convencido de Petrarca, practica esta otra forma, también importada de Italia,
de la canción petrarquista. La que aquí analizamos se atiene formalmente a ese
esquema, como luego veremos, y a lo largo de sus 73 versos el poeta se duele de
su destierro, canta al río que lo
encierra y lamenta la pérdida de su libertad y el enojo de quien se la ha
causado.
[CONTINUARÁ]
[CONTINUARÁ]
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