domingo, 15 de enero de 2023

Mis mejores quintillas: segunda tanda

Se recogen aquí algunas series  de quintillas que más me complacen de entre las escritas y aportadas por mí al libro colectivo que promoví, dirigí y moderé, y que se vino a titular "Sortilegio  botánico".


1. La función de la flor


 La flor cumple su función

y un bello poema escribe

que es una sabia lección:

en su humilde condición,

devuelve más que recibe.



Por la flor la planta exhala

su canto más refinado

y exhibe toda su gala;

y, al publicarla, regala

su erotismo desbocado.


Hasta Jesús destacaba,

del campo, al lirio, en su historia;

y, en su humildad, lo alababa,

que, en su decir, superaba

a Salomón en su gloria.[i]


La flor, enigma inquietante

de un anclado vegetal

que grita ¡ayuda! al viandante,

con su fulgor deslumbrante,

para su ciclo vital.


Necesita transladar

fértil polen y semilla

entre uno y otro lugar;

y sólo lo ha de lograr

si ante un tercero se humilla.

Seducir a un semoviente

necesita en absoluto

y, para ese fin urgente,

se hace la flor sugerente

y suculento su fruto.


Reclamo son fruta y flor:

ofrecen felicidad

al moviente portador.

Así son, a este tenor,

vegetal publicidad.


Mas son honrados sus tratos,

nunca engañan al cliente:

pulpas y néctares gratos,

aún sin cumplir los contratos,

dan al presunto sirviente.


Así, incluso a pie de Ciencia,

da la flor más que recibe.

Más aún si, en la consciencia

de inmaterial experiencia,

la aprecia el que la percibe.


Su dádiva inmaterial

jamás será valorada:

¡lo que va de un erial

a la gloria vegetal

de la Alhambra de Granada!


2.Discurso sobre la castidad, el trato carnal y la procreación

Contestación a un amigo que polemizaba y hacía elogio de la virginidad ofrecida a Dios. Al Dios mosaico de la tradición misógina de las religiones del Libro, en este caso la cristiana católica, o sea, la del cristianismo reinventado por Saulo de Tarso y adaptado a las conveniencias de Roma a partir de Constantino y Teodosio.

En esta religión, en que la mujer, un ser secundario nacido de la costilla de un varón y subordinada a él, es sujeto de todas las sospechas y, aún dentro del matrimonio, tiene como función principal ser substrato para la procreación, y, secundariamente, dar placer al marido si este tiene a bien tomarla para ello, en esta religión, digo, el placer carnal, aún para la procreación, es acto impuro para la mujer, y existe un ritual católico específico para su purificación (sólo para la mujer), hoy en desuso, pero que recuerdo que mi madre, estricta católica, se sometió a él, después de sus partos, siguiendo el sacro ejemplo de la Virgen María, quien, aún habiendo concebido sin pecado "por obra y gracia del Espíritu Santo", sin trato con varón alguno y conservando su santísima virginidad, se sometió humildemente al rito de la Purificación tras el parto de Jesús.

Y como yo ya no comulgo con este sacratísimo machismo e hipocresía teologal, dije:

 Amigo, vamos a ver,

en el santo matrimonio,

contentar a la mujer

y otorgarle su placer

¿es dar tributo al demonio?

 

Y si es la procreación

la excusa para estos casos,

no entiendo la fijación

de dos mil y un revolcón

para un par de hijos escasos.

 

Si yo, por término medio

tengo un coito en siete días,

cincuenta y dos de promedio

¡Santo Niño del Remedio!

al año me contarías.

 

Con cuarenta y dos, la cuenta

de nupciales regocijos

me da dos mil ciento ochenta

contactos con mi parienta ...

¡para tener mis seis hijos!

 

Algo falla en este invento

del procreador oficio.

Según mi razonamiento,

o es muy bajo el rendimiento

o la demasía ... ¿es vicio?

 

Dar y recibir amor,

¿no es por ventura más cierto

que es la manera mejor

de mostrar el esplendor

de dos almas en concierto?

 

Negándose, conquistar

del otro la perspectiva

y, desde allí, proclamar

la ventura de entregar

el alma como cautiva.

 

Anonadarse en la amada,

ser con ella un sólo canto,

una carne, una enramada

donde ser uno no es nada

y ser dos es tanto… y ¡tanto! …

 

Amar es bueno en sí mismo,

no es pretexto para nada:

sacrificarse al abismo

de estar sólo es egoísmo

o tragedia desdichada.

 

¡Esposa de Dios!¡Qué triste!

¡Qué absurdo!¡Qué primitivo!

Si fuera cierto que existe

le diría: Dios, ¿pusiste

el deseo en todo vivo

 

por marchitarlo, cautivo,

o, como raudal sonoro,

exaltado, ardiente, vivo,

en himno triunfal, activo,

cantar tus glorias a coro?

 

¡Oh, virginidad, precinto

de un mundo macho caduco

que veda acceso al recinto

que guarda, su alfanje al cinto,

un ángel fiero y eunuco.

 

Virginidad, garantía

de pureza que vendieron,

¿eres virtud o falsía

del hombre que desconfía

del paño que le ofrecieron?

 

Con Machado considero

que "no eres tú mi cantar,

no puedo cantar ni quiero

a ese Jesús del madero

sino al que anduvo en el mar".


 


[i]
"Mirad a los lirios del campo como crecen ... Pues yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos", Mateo 6, 28-29.